En Cristo no hay dos personas, sino una sola, la persona de Jesu-Cristo. Si hubieran dos entonces tendríamos a un ser con doble personalidad, una especie de trastorno crónico de personalidad, un ser dividido y confuso.
En Cristo hay dos naturalezas unidas para siempre, la humana y la divina, en una sola persona.
Y esto de ser una sola persona y no dos ni tres, es algo humanamente importante, no solo un asunto filosófico o teológico, sino existencial si se le aplica al hombre, al ser humano en general.
Ser una sola persona es una realidad, nadie en esta tierra es doble o triple, excepto como ya dijimos
por la vía del trastorno, en que el individuo funciona como si fueran dos, tres y hasta cuatro.
Pero, mirando hacia Cristo, el cual tuvo una sola persona y una sola personalidad humana-divina bien compactada, madura y perfecta, con sus límites establecidos para su momento, nos damos cuenta de la necesidad de imitarlo y hasta de educar nuestros hijos en esa dirección, sin confusión de roles, ni de afectos, ni de doctrina, sin mezclas contradictorias de valores, con límites puestos y auto-impuestos, sin dobles lealtades, ni caprichos, ni actuando para ser aceptados, ni creyéndose superiores o inferiores a los demás, buscando la adaptación realista y el ejercicio sano de la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar y de ser productivos en las cosas que emprendan. Y además, el derecho a soñar, a la utopía, a la creatividad y a recrear el futuro de la esperanza del Reino.
Así fue Jesús. Una sola persona, aunque incluyera en su ser íntimo la condición humana, al hijo del hombre y la divina, al hijo de Dios.
Humanos e hijos de Dios, son dos elementos que debemos apreciar en nuestra espiritualidad de cristianos nacidos de nuevo y aceptar que somos una sola persona, aunque lamentablemente con distorsiones adámicas que nos tienta a querer ser dioses y no lo que somos, seres humanos imperfectos, hijos de Dios por medio de Cristo el puente posible para esa dimensión íntegra, ser uno sólo y no dos.
viernes, 14 de diciembre de 2012
sábado, 8 de diciembre de 2012
EL VERBO SE HIZO HOMBRE Y NO EL HOMBRE SE HIZO VERBO
El verbo se hizo hombre o el hombre se hizo verbo.
Estas son las dos vías de la cristología. Una, reflexiona desde arriba hacia abajo,
sigue la ruta bíblica jóanica de que el verbo eterno se encarna, Dios se hace hombre.
La otra, puntualiza en el hombre Jesús que termina siendo divinizado por la vía del mérito
o de la creación teológica de la iglesia pospascual.
Evidentemente el segundo camino es más aceptado por los círculos críticos y de la intelectualidad
racionalista. Pero, no representa la esencia del asunto teológico tal y como lo plantea directamente la Escritura. Que Dios se hace hombre, no que el hombre se haga dios.
Si Dios se hace hombre, en la persona de Jesús, la celebración central del nacimiento de Cristo
es sin duda el gran amor de Dios para la humanidad, su creación.
Dios se hace hombre, y esto no sólo da un criterio ontológico a la cristología sino funcional.
La función del acto de Dios en Cristo es la salvación del hombre. Esa es la grandeza de su amor, salvar, liberar, redimir al Ser humano.
La autoredención siempre ha fracasado. Las dos guerras mundiales nos pueden decir si realmente el hombre puede o no redimir y crear un cielo para la humanidad.
Lo que no fracasará es la intervención de Dios y a través de Cristo, cuando este regrese para instaurar su reino y dar cumplimiento a lo que linealmente fue comenzado en la creación y que terminará en cielos nuevos y tierra nueva.
Deje que Dios tome la iniciativa, él sabe lo que hará contigo y conmigo, con la vida y su historia.
Estas son las dos vías de la cristología. Una, reflexiona desde arriba hacia abajo,
sigue la ruta bíblica jóanica de que el verbo eterno se encarna, Dios se hace hombre.
La otra, puntualiza en el hombre Jesús que termina siendo divinizado por la vía del mérito
o de la creación teológica de la iglesia pospascual.
Evidentemente el segundo camino es más aceptado por los círculos críticos y de la intelectualidad
racionalista. Pero, no representa la esencia del asunto teológico tal y como lo plantea directamente la Escritura. Que Dios se hace hombre, no que el hombre se haga dios.
Si Dios se hace hombre, en la persona de Jesús, la celebración central del nacimiento de Cristo
es sin duda el gran amor de Dios para la humanidad, su creación.
Dios se hace hombre, y esto no sólo da un criterio ontológico a la cristología sino funcional.
La función del acto de Dios en Cristo es la salvación del hombre. Esa es la grandeza de su amor, salvar, liberar, redimir al Ser humano.
La autoredención siempre ha fracasado. Las dos guerras mundiales nos pueden decir si realmente el hombre puede o no redimir y crear un cielo para la humanidad.
Lo que no fracasará es la intervención de Dios y a través de Cristo, cuando este regrese para instaurar su reino y dar cumplimiento a lo que linealmente fue comenzado en la creación y que terminará en cielos nuevos y tierra nueva.
Deje que Dios tome la iniciativa, él sabe lo que hará contigo y conmigo, con la vida y su historia.
jueves, 29 de noviembre de 2012
La importancia de un paseo romántico
Las parejas
que se aman no pueden dejar morir el romanticismo, porque éste le da un sentido
poético, mágico, extraordinario y bello a la relación. Le da el toque de sabor,
textura, perfume y brillo a la relación.
La realidad
es suficientemente objetiva, a veces dura y hasta más de ahí, eso es
inevitable, así es la vida, pero la canela, el clavo de olor, la nuez moscada, la imaginación, lo sub-real, lo artístico y
musical hacen posible que las durezas se viertan a nuestro favor y se salga a
flote a través de una sonrisa en el trayecto de un paseo o una cena romántica.
Por eso es
importante el romanticismo.
Las parejas
que dejaron de ser románticas se murieron, se secaron, se han visto separadas
por el ignoto fantasma de la rutina, el aburrimiento, y la frustración.
Cada vez
que pueda y lo sientas necesario, ponte romántico, y verás que el día o la
noche te regalarán alguna luz, proveniente de una nueva estrella creada en ese
instante para los que no renuncian a
seguir amándose, como tu yo. Dedicado a mi esposa y a todas las parejas de
Camino de Restauración
martes, 20 de noviembre de 2012
Me siento bien
Me siento bien. Esta es una expresión muy interesante. Puede ser un cumplido, no verdadero, sino para salir del paso. Puede ser una declaración y realmente no estarlo. Pero, cuando el sentirse bien corresponde a esa agradable sensación de que se está en control, de que se aceptan las cosas como son, que se asumen las responsabilidades y se están realizando ciertos proyectos de vida, entonces es muy bueno decir, me siento bien.
Me siento bien es una expresión que no se compadece con estar enfermo, postrado en una cama, lleno de dolores y malestares. Uno se siente bien cuando su cuerpo está bien.
Me siento bien, no rima con estar en ruina, sin empleo y sin familia.
Hay razones para sentirse mal.
Una expresión intermedia es "me siento mejor", esta vía generalmente conduce a "me siento bien".
Una expresión estancada es "me siento igual de mal", nada parece variar, y quizá camine hacia
un estar peor.
Una expresión derrotada es "me siento cada vez peor".
Qué sería sentirse óptimo, por encima de estar bien o de estar mal condicionalmente.
Reposando en Dios. Ese es el estado de perfección anímica, aún cuando las circunstancias
no nos estén favoreciendo. Generalmente ese estado te lleva al de aceptación gozosa y puedes
decir sin dificultad ni hipocresía, "me siento bien". Muy bien. Victorioso, Bendecido.
Cómo comenzar a trillar este camino. Respuesta: siendo humildes, no soberbios.
Humillándose delante del Creador, como criatura finita. A los pies de Jesús.
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. 1 Pedro 5:6-7
jueves, 15 de noviembre de 2012
No te vayas de tu país
La gente no debería dejar su país
Circunstancias de variada índole., vocación religiosa,ambición, hambre y estupidez hacen que una persona deje su país natal y vaya a vivir a otro, como lo hizo un amigo mío a su edad avanzada. Sé que tarde o temprano se arrepentirá de haber dejado a sus ancianos padres, a sus hijos, a sus nietos, a sus seguidores políticos y religiosos, porque dónde estaría mejor sino con los suyos.
El país de uno es como la madre, no se puede cambiar por otra.
Parte de la identidad que se le pega a un individuo y lo define es su cultura y esta se da en el contexto de su país de origen o adoptivo si crece desde pequeño en otro sitio. Los latinoamericanos que llegaron muy pequeños a Estados Unidos, o los hijos de latinos nacidos en suelo americano, realmente no son hispanos son americanos, por la cultura asimilada. Esto es otro caso, a ellos no me refiero.
He vivido por muchos años en un hermoso país que no es el mío,llegué a los 34 años y ahora tengo 58 pero en el fondo de mi corazón sigo siendo lo que soy, un nostálgico costarricense que añora la tortilla y el gallo pinto. No vine a buscar dinero, pero lo que encontré es valioso, aún así, nunca pude dejar de ser lo que soy en virtud de mi arraigo al pueblo que me vio nacer.
Cuando me piden consejo sobre buscar vida en otro país, aconsejo no hacerlo, sino explorar todas las posibilidades en su mismo medio.
Sobre ir a otro país con una beca para estudiar o especializarse eso es excelente, sobre todo si se desea regresar para aportar a la madre patria que te dio parte de tu ser.
Viva el nacionalismo. Creo en el patriotismo y en la identidad étnica y cultural de cada pueblo.
martes, 13 de noviembre de 2012
Aburrimiento
"El aburrimiento es el sentimiento de que todo es un desperdicio de tiempo; la serenidad, de que nada lo es."
Thomas Szasz
La serenidad nos permite tomar las cosas en sus múltiples dimensiones sin prisas, ni ansiedades. La serenidad no es aburrimiento.
El aburrimiento es la falta de interés, diversión, entretenimiento, motivación, deseo y pasión. La serenidad es tener el estómago espiritual lleno y tranquilo, es hacer la digestión del alma.
Si leo los evangelios encontraré a un Jesús que se indigna pero no se aburre, se alegra, llora y
tiene hambre, se angustia, pero nunca aparece aburrido. Sereno, planteando bienaventuranzas, como las de los mansos y los pacificadores.
Aburrido está un niño cuando se está portando mal, no encuentra algo que lo estimule y lo mantenga jugando. El estado natural de un niño no es estar aburrido, es el juego, la actividad, el aprendizaje dinámico o sereno, cuando duerme.
Jesús dijo que teníamos que ser como niños, como él, sin aburrirse.
Buscar algo importante, estimulante, de provecho para hacerlo y meditar con serenidad frente mirando el atardecer sentado en la montaña o en la playa, es la medicina por excelencia para no estar en esa condición tan desagradable de estar aburrido.
domingo, 11 de noviembre de 2012
La gente se siente mal.
La crisis
del estar
Se le llama "crisis del estar" a las condiciones en que se encuentra y se hallará el planeta debido a los cambios ocurridos en
el mismo por la intervención humana.
Esta "crisis
del estar" convive, compite y se asimila
con la "crisis del ser".
El mundo
está mal y la gente se siente mal.
Una
espiritualidad basada en genuinos
valores cristianos podría marcar la diferencia si logra revolucionar el rumbo
de la conciencia humana.
Si el amor,
no el romántico, sino la aceptación de la responsabilidad por ser mejores
espiritualmente hablando llegara a producir una nueva condición en esa
conciencia humana, si esa semilla de la Palabra de Dios, se lograra meter en una
tierra apropiada de la mente, del alma, del
interior, y lograra germinar, de forma personal y social al mismo tiempo,
una nueva forma de ser y de estar , aparecería como cambio o nuevo nacimiento, un avivamiento, una
visitación del Espíritu Santo con la Buena Nueva despojada de la religiosidad
convencional.
Parece
ciencia ficción , pero no será así, si comenzara este cambio, en alguien que desee una nueva oportunidad.
Las
personas que sobreviven a un intento de suicidio y encuentran la luz de Cristo,
testifican el cambio.
La
humanidad camina hacia un colapso y se encuentra viviendo un deseo de suicidio colectivo solapado tras la ilusión. Son sus síntomas las pandemias de obesidad, la burbuja
del culto a la macroeconomía, la fobia al silencio, las peleas de perros,
los concursos de belleza, la narco-política y el
consumo compulsivo.
Cada una de estas aseveraciones requiere un tratamiento
especial para ser investigado con atención por los intelectuales inquietos de
la sociología, la religión y las ciencias en general. Todas apuntan hacia una depresión desenfrenada y global.
Tocar esos fondos es una condición
evolutiva para la recepción de una nueva forma de
evangelización genuina que actualice
a Jesús, quien es el mismo ayer, hoy y por los
siglos, para este nuevo tiempo.
Un
evangelio que modifique el estar por medio del Nuevo Ser, la nueva criatura, el
hombre nuevo, el espiritual que
camina hacia ser un ciudadano de un nuevo cielo y una nueva tierra, dibujados en la Revelación por Juan en Patmos.
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