sábado, 8 de diciembre de 2012

EL VERBO SE HIZO HOMBRE Y NO EL HOMBRE SE HIZO VERBO

El verbo se hizo hombre o el hombre se hizo verbo.
Estas son las dos vías de la cristología. Una, reflexiona desde arriba hacia abajo,
sigue la ruta bíblica jóanica de que el verbo eterno se encarna, Dios se hace hombre.
La otra, puntualiza en el hombre Jesús que termina siendo divinizado por la vía del mérito
o de la creación teológica de la iglesia pospascual.

Evidentemente el segundo camino es más aceptado por los círculos críticos y de la intelectualidad
racionalista. Pero, no representa la esencia del asunto teológico tal y como lo plantea directamente la Escritura. Que Dios se hace hombre, no que el hombre se haga dios.

Si Dios se hace hombre, en la persona de Jesús, la celebración central del nacimiento de Cristo
es sin duda el gran amor de Dios para la humanidad, su creación.

Dios se hace hombre, y esto no sólo da un criterio ontológico a la cristología sino funcional.

La función del acto de Dios en Cristo es la salvación del hombre. Esa es la grandeza de su amor, salvar, liberar, redimir al Ser humano.

La autoredención siempre ha fracasado. Las dos guerras mundiales nos pueden decir si realmente el hombre puede o no redimir y crear un cielo para la humanidad.

Lo que no fracasará es la intervención de Dios y a través de Cristo, cuando este regrese para instaurar su reino y dar cumplimiento a lo que linealmente fue comenzado en la creación y que terminará en cielos nuevos y tierra nueva.

Deje que Dios tome la iniciativa, él sabe lo que hará contigo y conmigo, con la vida y su historia.

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