sábado, 22 de diciembre de 2012

Cuando quiero controlar me descontrolo

Cuando quiero controlar lo que no puedo, entonces pierdo el control en lo que sí puedo.

Esta situación produce distress. 

El distress es el estrés negativo, y se da cuando trato de mantener una situación tratando de controlarla sin que pueda hacerlo, trayendo como consecuencia que pierdo el control de mi mismo.

Hay cosas que uno no puedo cambiar y cuando trato de hacerlo genero un distress en mi, por dos razones, por el esfuerzo que hago tratando de cambiar lo imposible y por perder el control en lo que sí puede ejercerlo.

Ante una situación que no depende de mí, sí puedo ejercer control de mi cuerpo, respiración, pensamientos y actitudes y esto generará un estado más positivo en mi, una energía disponible.Por ejemplo  si no me aumentaron el salario, si mi cónyuge no cambia un mal hábito, yo sí puedo cantar, orar, tener una actitud positiva y disponerme a realizar cambios en mí. Pero, si trato de cambiar esa situación por el momento imposible, entonces pierdo en dos sentidos, sintiéndome mal por no poder cambiar lo de afuera  y por otro lado experimentando confusión interior por haber perdido el control propio.


Un maestro que se esfuerza por implantar la disciplina dando gritos y regaños, posiblemente no logre ese control y pierda también el control de sí mismo.

En fin, si uno trata de controlar lo incontrolable, pierde el control de lo que sí puede controlar. Controlarse a sí mismo evita el distress y le permite manejar el estrés necesario para adaptarse, es decir, aflojándose, relajándose, a pesar de que las cosas no marchen como uno quisiera.

Cuando deposito mis problemas sin solución en las manos de Dios, experimento un alivio de mi distress y me siento más liviano para seguir practicando la fe, la oración, la paciencia y el autocontrol en medio de las dificultades evolutivas de la vida.

Paz, no distress.

1 comentario:

  1. Cuanto son las ocasiones en las cuales quiero controlar ciertas situaciones, cuantas son las lagrimas de desesperación por cambiar hábitos adquiridos de los que me avergüenzo, he notado que cuanto mas me esfuerzo, me siento mucho mas frustrado. En ciertas ocasiones he decidido tirar la toalla, mas en ese momento es donde recibo nuevas fuerzas. Donde acepto que con mis propias fuerzas no conseguiré un final victorioso sino un final temporal. He aprendido que siendo débil, es cuando fuerte soy en Cristo.

    ResponderEliminar