.
No nos
referimos a cosas malas, pecaminosas, estas quedarán fuera de consideración.
Una persona
puede ser muy grata para nuestra vida, hay que celebrarla, compartir con ella,
ayudarla y todo lo que se pueda hacer con ella, pero no puede controlar mi
vida.
El sexo es
para disfrutarlo dentro del orden ético, moral, pero no debe controlar mi vida.
Tantas
cosas, dinero, compras, el jugo de la vid, los deportes, las amistades, el
matrimonio, los hijos y un millar más de ellas, serán adicciones, drogas que
controlan nuestra vida, si dejamos que ellas nos gobiernen. Hay que
disfrutarlas, pero no deben controlar mi vida.
Todo me es
lícito, más no todo me conviene, es la recomendación paulina. Sabiduría de lo
alto.
Por qué nos
controlan. Por qué nos dominan. Sencillamente, porque así lo necesitamos, pero
no necesariamente nos conviene. La adicción a algo no conviene nunca, aunque
todos tenemos tendencia a alguna adicción aunque sea a la religión.
El camino
verdadero es el de la libertad. No depender de algo o de alguien, sino tener el
autodominio o autocontrol de nuestra vida. Eso es lo ideal. Pero lo real es que
vivimos sometidos a la presión de ceder a que algo nos controle, la comida, la
novedad, el trabajo o la espiritualidad. Hay un misticismo adictivo, fanático y
destructivo con apariencia de santidad.
Solo el
Espíritu Santo debe controlarnos por encima de nuestro propio control. Lo
demás, si en ello hay virtud alguna, hay que disfrutarlo y no dejar que nos
controle, así sea el amor por alguien.
Cuando observamos las conductas el ser humano en su devenir histórico nos damos cuenta de que este tiene la tendencia morbosa de apegarse a la cosa y adorarla. El apego produce en la persona ansiedad por temor a la perdida de aquello que esta apegado. Es decir que la persona queda atrapada por una preocupación de perder aquello de lo cual sea ha apegado por lo cual impide disfrutarlo.
ResponderEliminarDisfrutar las cosas sin que nos controles es lo que propones Rodrigo en su artículo. A mi modo de ver este quiere decir que debemos perder el apego y racionar a la cosa, apreciarla desde su justa dimensión y elimina el miedo a perderla para que no nos controles. Solo cuando dejamos libre lo que amamos somos libre para amar, que solo en libertad se puede disfrutar a plenitud. Y como se habla en el libro de “ética de amador” disfruta todo al máximo siempre y cuando este disfruté no perjudique tu vida. Nuestro gran derecho es disfrutar lo que tenemos, porque solo lo tenemos una ver, y como dice el libro en el que se hizo mención toma un día y disfrútalo al máximo si vas a comer disfruta cada mínimo sabor en tu paladar, si te vas a duchar disfruta el agua, sal y no te seque deja que la brisa seque el agua que hay en u cuerpo, si vas a tener sexo hazlo con amor y descubriendo la belleza de la misma, disfruta los olores, el sol, tus seres querido en fin todo lo que tenemos, fue dado por Dios para nuestro disfruté sin que eso nos controle.