martes, 28 de agosto de 2012

NEUROTEOLOGIA NUEVA ASIGNATURA PARA TEOLOGOS


Se le llama NEUROTEOLOGIA a una rama novedosa del saber espiritual y neurológico que vincula la neurociencia con la religión como fenómeno espiritual, especialmente individual  reflejado en la colectividad.
Son muchos los estudios que analizan el funcionamiento del cerebro y las prácticas de la  espiritualidad.
 Teólogos y neurocientíficos comenzaron a intensificar su interés en esta temática posmoderna ya que en períodos anteriores se veía de forma no holística sino sectorial y muchas veces  contradictoria, ahora se entiende que los sentimientos del alma y del espíritu están fuertemente entrelazados con el cerebro del ser humano. Es como la computadora que tiene una parte física y otra en la que operan programas para su funcionamiento al servicio de la vida social. El cielo y la tierra entretejidos como el cuerpo y el alma en que los "neureóteos" (neuronas con vocación teológica, buscadoras de sistemas y coherencia, instancia teórica desafiante ) en su más alta expresión encuentran la fuerza o energía de un agente neumatológico, el Espíritu Santo de Dios, concebido desde nuestra visión pentecostal de la vida.
Uno de esos estudios interesantes versan sobre el lado derecho del cerebro el cual está relacionado con la auto-orientación, con lo que se ha venido llamando el ego, por lo que un sobre funcionamiento de esta área es propio de personas que giran sobre sí mismos en todo, egolátricas, que viven  sin pensar mucho en los demás y su dios es cosificado en ritos secos de una religiosidad de museo.

 La parte izquierda del cerebro por el contrario, según la neurociencia, está dirigida hacia la forma en que cada persona interactua y colabora con los demás,  humana y socialmente. 


La relación entre lóbulo temporal derecho y espiritualidad ya había sido estudiado por el Instituto de neurología londinense pero todavía necesitábamos de un estudio como el de Brick Johnstone  que es un cientifico posmoderno que ha trabajado sobre esas líneas de análisis, descubriendo en personas con lesiones en su parte derecha, fuertes inclinaciones hacia lo espiritual, hacia lo trascendente: sensación  que suponemos dirigida  hacia el bien los demás. Es decir que entre cerebro y espiritualidad hay una fuerte interacción como la mostrada en el aumento del   gyrus temporal medio del cerebro en personas como refleja el estudio del NIA de los Estados Unidos.


 Lo cierto es que todo este fenómeno de la espiritualidad no tiene un determinado punto focal en el cerebro, sino que está distribuido en todo su funcionamiento, como una especie de metáfora de que "somos templo del Espíritu Santo" , no obstante algunos mecanismos como el uso no equilibrado de áreas, la condición interna del individuo afectado o no por la ética, la conversión, las creencias,  trae como consecuencia la actividad baja o alta de las búsquedas espirituales y el amor hacia los demás.


Este es un tema en pañales, pero no exclusivo de la neurología sino en equipo reflexivo con la teología, y otras ramas del saber,  lo que nos lleva pensar en una hermenéutica del espíritu desde las funciones reales de un cerebro contextualizado pero  diseñado para el equilibrio y desarrollo del Ser Humano en diálogo permanente con su Creador.


Una recomendación que podemos sacar de todo esto es que somos seres reales llamados a la espiritualidad, a nacer de nuevo como lo predicó el rabí de Galilea,  para lograr una armonía entre ambas necesidades, atención al ego que en sí no es malo y el enfoque hacia los otros, la vida, la construcción social y la alabanza al Creador. A eso él lo llamó Jesús,  el Reino, que terminará en el cielo nuevo, tierra nueva, cerebro nuevo, hombre neuma, cuerpo espiritual, eterno pentecostés. Si dejamos de usar tanto el lado derecho, daremos un chance al izquierdo. Si abandonamos parcialmente tanto interés en uno mismo, obligaremos al cerebro izquierdo ejercitarse ayudando a los demás y buscando la presencia de Dios, claro no al extremo de los que tienen una lesión cerebral y terminan "santos y espirituales" por la vía del accidente.


Veo en el judío de Nazareth, hijo del Dios Altísimo, esa cualidad cristológica , con una justa identidad de un ser humano que sabe encontrarse y autodefinirse, con una vida alineada a un propósito que lo vincula con su realidad y un fuerte apego de su espíritu con Abba, el Padre amoroso de las luces, y con su misma  divinidad. Veo en las apariciones del resucitado, en sus acciones, el vínculo de un funcionamiento cerebral real  pero en dimensiones que aún nuestro cerebrito derechista , y egoísta no puede alcanzar. Cuando se produzca la  armonía entre la derecha y la izquierda de nuestro cerebro, por la vía del renacer del Espíritu y que la vida cristológica penetre  espiritualizando al "corazón cerebral  óntico", entonces regresaremos al propósito del diseño,no a etapas anteriores idílicas o paradisíacas perdidas en la nostalgia de lo no regresable, sino   a ser canal y templo abierto al futuro, a la eternidad,  del verdadero y único Dios

Bendita sea la neurociencia.





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