Anawin del hebreo que significa los pobres, para referirse a ese remanente o pobres de Jehová, a esos humildes que en medio de las tribulaciones y los problemas sabían ser fieles a su Dios. Desposeídos de reconocmiento y de riquezas materiales, eran la teología viva del pueblo de Yahvé o Jehová, gente como María, siervos dispuestos a dar testimonio de su fe. Teólogos sin cartera.
Con esa metáfora me gustaría revestir la presencia de una categoría ministerial , que son los teólogos no amparados a estructuras religiosas poderosas, sino eminentes pensadoras y pensadores comprometidos y comprometidas con sus comunidades de fe, pero no reconocidos, ni siquiera bien cotizados en sus trabajos docentes, debido a muchos factores, socio culturales y de pecado eclesial. Una cultura que no ve necesaria la reflexión teológica de teólogos con formación académica y ministerial de calidad y que prefiere , “la bachata teológica” , improvisaciones momentáneas maquilladas de categoría intelectual, cuando en realidad son reduccionismos expositivos sin base exegética, ni epistemológica consistente. No me refiero, a la teología proveniente de la llamada lectura ingenua, que es necesaria y hasta hermosa proveniente del seno de la iglesia, sino a sistematizaciones que se presentan como científicas sin serlo. Eso predomina mucho en el mercado literario llamado “cristiano” que posiblemente lo sea, pero no necesariamente teológico.
El trabajo de los buenos teólogos en estos países nuestros y en especial en éste donde suspiro y sueño, no es valorado en su dimensión y estos hermanos amados andan por ahí, trabajando como Pablo en fabricar tiendas de campaña para poder comer y sobrevivir.
Obviamente hay excelentes teólogos con apadrinamiento de instituciones religiosas que poseen infraestructuras y capital suficiente para sostener sus propios intelectuales con sus seminarios y universidades con protección hasta estatal. Sus trabajos son valorados pero no son el "anawin" que deseamos en esta oportunidad subrayar.
Queremos con esta reflexión, brindar un homenaje a los teólogos, héroes sobrevivientes, verdaderos paladines de la fe, que a pesar de las limitadas condiciones, los desprecios, las pocas oportunidades de remuneración, sus sueños frustrados, siguen adelante, como viendo algo que los demás no ven, recibiendo la palabra, interpretándola, como se cuenta en el libro de Daniel el profeta, que a pesar de su aflicción a causa de la carga vocacional, siguió esperanzado y fortalecido, recibiendo la indicación: esfuérzate, anímate para que puedas dar la visión que en el caso aplicado a estos teólogos, significa el poder decir una palabra verdadera a la iglesia para su quehacer de la fe, por encima de todo interés económico, social o de poder. Benditos sean los teólogos anawin de Dominicana y el mundo.
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