miércoles, 22 de agosto de 2012

COMUNIDAD INTERNACIONAL LA TIERRA PROMETICA EN CASCAJAL

Una de las iglesias que me han impresionado más en cuanto a la búsqueda de ser iglesia comunitaria, es la Comunidad Internacional Tierra Prometida de Cascajal, justamente por eso, por tratar de ser comunitaria aún siendo evangélica.

La tónica de las iglesias evangélicas modernas es la de no ser comunitarias, sino formadas por personas de diferentes sitios que convergen en ese lugar muchas veces tratando de ser lo más grandes posibles, desafiadas por el modelo posmoderno de megaiglesia, lo cual no es necesariamente negativo, sino propio del mundo actual de figuras de supermercado, de grandes centros anónimos y servidores, casi on line.

Pero esta iglesia, se esfuerza por ser una especie de parroquia de otro tiempo, de ser un imán de la conservación de la idiosincrasia  de una comuna con los propios valores conservadores desde el punto de vista de las cosas buenas del pasado, conocerse, estudiar juntos la Biblia, respetar y visitar a los ancianos, animarse unos a otros, compartir los bienes con los más necesitados, ayudarse unos a otros de manera directa y promover una revolución pacifica mediante el cambio interior y la solidaridad con todos, sin excepción de personas.

Esta iglesia es como un segundo hogar donde la gente viene a buscar y dar. Buscar la ayuda que necesita pero al mismo tiempo dar de su talento para ayudar a otros. Cuelan café, y lo disfrutan en una especie de ágape, con las galletitas, los famosos biscochos y arrollados. 

Me llama la atención que ellos no pretenden tener ningún modelo a seguir en cuanto a forma de trabajar, crecer como congregación u organización definida, son como una fuerza del corazón, una opción religiosa de espontaneidad y de alegría, sin luchas de poder ni deseos de ser importantes. Su teología fundamental es la Cruz de Cristo y el evangelio de las Buenas Nuevas.
Lo maravilloso de eso es que la gente en ese lugar muestran sin hipocresía que son felices, aún arrastrando los serios problemas de sus hogares, de sus situaciones particulares y de su limitación financiera.

Frente a las grandes preocupaciones actuales de las organizaciones religiosas de cómo sobrevivir institucionalmente, como lograr crecimiento, aumento de sus finanzas, competir con los diversos mercados religiosos alternativos, el mantenerse en el medio junto con las presiones internas locales y las externas conciliares y estructurales, repito, frente a esta realidad actual estresante, me sorprendo al ver y conocer desde sus inicios una iglesia tan despreocupada en el buen sentido de la palabra, que no está ansiosa ni tensa por lograr nada más allá que lo que se propone hacer con fe y sencillez de corazón.

Es muy posible, que muy pronto, muchas gentes hagan peregrinaciones hacia el ese monte de Cascajal a encontrar en esa comunidad de fe, fuerzas para seguir adelante, la oración de los santos de Cascajal para aliviar las penas de la vida y hasta del ministerio. No nos extrañaría que pastores, obispos, ancianos y hasta apóstoles y maestros quieran estar en algún retiro en este lugar tan hermoso donde hay silencio, mucho frío ambiental y calor en el corazón.

Sus líderes, en especial los pastores, son más que eso, gente de amor, padres espirituales al estilo antiguo, como aquellos peregrinos del pasado que inspiraban a la sociedad a los hombres y mujeres  para que fueran fieles seguidores de Jesucristo y alcanzaran la salvación eterna, pero inmediatamente la paz del alma.

Estuve hace algún tiempo en ese lugar y verdaderamente uno regresa con la sensación de haber encontrado aunque fuera por unos instantes un hogar casi celestial. Visita ese santuario de humildad y amor. 


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