domingo, 13 de mayo de 2012

Qué hace uno haciendo nada

Todo el mundo hace algo. 

No hacer nada sería como estar muerto y aún el cuerpo muerto está en un proceso de descomposición gracias a los agentes vivos que se aprovechan para vivir y convertir ese cadaver en materia inorgánica que terminará en el mejor de los casos siriviendo de abono para producir buenos plátanos y buena yuca.

El concepto "hacer nada" es humanamente imposible, aunque los místicos digan que" hacer nada" es la condición para recibir algo espiritual como la iluminación o cosas por el estilo.

El punto, está en la búsqueda de ese bienestar del que hace cosas, el político se siente motivado por las acciones que le darán poder.

Está el que únicamente tiene tiempo para hacer el trabajo que le permite llevar algo de comida a su hogar, en una gran mayoría de casos, ni le gusta, ni ama su trabajo, pero con ese hacer sigue sobreviviendo y dando vida a otros, en el mejor de los casos.

La artista , científica y religiosa a la vez, profesora y costurera al mismo tiempo, hace lo que hace, porque de esa forma se siente contenta, llena de oxitocina y de endorfinas naturales.

Hay un elemento que admiré en Teresa de Calcuta por encima de su filiación eclesiástica, y este fue el sentido que daba a su labor. Víctor F. el gran psicólogo víctima de los campos de concentración nazi lo descubrió en su largo vía crucis de sufrimiento compartido, se trata del sentido por lo que se hacen las cosas. El observó que los presos que tenían un sentido de su vida, sobrevivían emocionalmente y los demás terminaban en malas condiciones internas.

El sentido que tenga la vida y las acciones son un ingrediente productor de hormonas de bienestar y al mismo tiempo es una condición que habilita la sanidad y continuidad positiva de la vida del sujeto.

Hacer nada, significará entonces ser una especie de vago perdido en el malestar personal, buscando quizá aliviarlo con emociones desconectadas de propósito y hasta en adicciones de todo género, incluyendo la de "no hacer nada", muchas veces confudida con un hacer compulsivo de poca duración.

Hacer nada, significa carecer de sentido, propósito,es como sufrir una patología o anomia interna, una malicia interior que le impide al inviduo o lo incita a no valor ningún proyecto humano como viable, querible, motivador y trascendente, a sentirse mal, excepto en los momentos fugitivos de su adicción.

Hacer nada es un estado enfermo del alma y de la conciencia.

Cristo Jesús, hizo cosas, se sentía bien haciéndolas, se comunicaba con el Padre Celestial pidiendo dirección y fuerza, asume su misión, vocación y llamado, pasa por el sufrimiento, lo trasciende, resucita y con su exhaltación sopla por así decirlo, la presencia y venida del Espíritu dador de vida para aligerar la creación, hacia el hombre nuevo, hacia los procesos de un cielo nuevo y una tierra nueva.

Cristo Jesús se encontró con gente enferma y necesitada de escuchar una enseñanza que les cambiara su lamento en gozo, gentes con problemas físicos, mentales, emocionales y existenciales.

Muchos sanaron. Aún después de eso, seguían sanando únicamente con la sombra de Pedro su principal discípulo.

Y esta gente que sanaba qué hacía después de recibir esta bendición tan importante. Ellos se movilizaron. Hicieron algo.

Encuentro en estas acciones de Cristo una enseñanza en dos sentidos.

Por un lado que quien se acerca a Cristo recibirá de alguna manera una sanación para su vida, desde el perdón hasta una sanidad divina de tipo físico.

Por otro lado una ley de vida fundamental enormente sanadora, terapeútica como dirían los consejeros profesionales, consistente en la actividad con sentido.

En otras palabras, no basta con recibir a Cristo como tu salvador y sanador, sino activas en ti, la participación en la acción válida, la acción con sentido, en la participación en un proyecto real de vida a favor de algo que tenga sentido humano y trascendente.

Si te sientes enfermo acercate a Cristo, pero hazlo desde una visión activa de participación en aquello que tenga sentido y valor más allá de ti, "con sabor a continuidad en el tiempo" como decía Mario Rodríguez el filósofo.

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