miércoles, 16 de mayo de 2012

A los que se enojan mucho

A los que se enojan mucho.

ὀργίζεσθε καὶ μὴ ἁμαρτάνετε· ὁ ἥλιος μὴ ἐπιδυέτω ἐπὶ παροργισμῷ ὑμῶν, así dice Efesios 4,26
en su original.

Quizá la traducción más exacta sea, AIRAOS, PERO NO PEQUEIS; no se ponga el sol sobre vuestro enojo.


Cada vez que me enojo me siento mal y quizá sea necesario enojarse, pero he descubierto que no es tan
necesario. Y, entonces por qué algunas personas tendemos a enojarnos tanto, qué perdemos con eso y como
superarlo. Creo poder dar alguna pista al respecto, pero no una respuesta total al asunto tan complicado
de por qué los seres humanos ejercemos ese ejercicio neurofísico y de conciencia llamado enojo, no necesariamente
furia animal, la cual es más instintiva.

Algunas personas tendemos a enojarnos mucho porque con esa actitud y reacción nos imaginamos que
obtenemos algún beneficio. Todo lo que hacemos o casi todo es buscando un posible beneficio y en
esa campaña humana por lograrlo nos equivocamos y terminamos saboreando algún malestar en lugar de un bien
placentero. Y eso pasa con el enojo.

Si me enojo porque se me extravió un llavero, no por eso va a aparecer como por arte de magia, simplemente
estoy usando ese recurso para focalizar o materializar toda la amargura y tensión que mi sistema
de personalidad genera frente a las frustraciones, de esa manera sé por qué estoy enojado y así aparentemente
alivio mi existencia, por un camino extraño e infeliz.

Le propongo otra cosa, coger por un camino más corto y que da resultados inmediatos de bienestar, evite enojarse,
no le de importancia a ese detalle aparentemente incómodo. El llavero aparecerá cuando vuelvas a sentarte
en la mesa donde estuviste anocha antes de irte a la cama y entonces dirás, para qué me molesté tanto, no valió
la pena, perdí ese tiempo que pudo servir para estar más satisfecho, sí, lo desperdicié promoviendo un
sentimiento tan negativo y que acelera hasta enfermedades del alma y del cuerpo como es el enojo en que
nos hemos acostumbrado a vivir.

La vida no es tan sencilla, pero no por eso hay que estar enojado. La vida sin enojo es más interesante
y positiva, te permite observar cómo desde una dificultad que quizá nos debería producir enojo, emana
si no reaccionamos reactivamente, una sensación de sorpresas inesperadas a nuestro favor y dentro de ellas
la gracia divina que viene en nuestra ayuda y nos ha sido prometida para suplir nuestra debilidad.

Estoy practicando eso, no enojarme tanto, para que esta corta vida terrenal sea en su diario pasar
una oportunidad de presenciar en mi vida, esa gracia bendita que es eterna.

1 comentario:

  1. Al estar en indicativo "ὀργίζεσθε", entiendo que este término lleva la idea de es cierto que lo seres humanos se airan, el problema surge cuando de la ira (una emoción primaria necesaria) se pasa al rencor - hablando en términos sicológicos.

    ResponderEliminar