A mi tía le cortaron una pierna por problemas de la diabetes. Ella está mayor, pero tiene una actitud muy positiva y lo último que me contaron es que juega fútbol con su nieto. Ella se ha podido adaptar a su discapacidad.
Si así ocurriera con los jóvenes del plan de recuperación de las adicciones con que trabajo diariamente,
si pudieran adaptarse a su discapacidad interior sin tener que recurrir a las drogas y dejarse llevar por la adicción que les ha quitado tantas bendiciones y posibilidades en la vida.
Si así ocurriera con las gentes que nacen con una condición interior de discapacidad.
Sin duda ese es un camino importante para todos, enfermos y sanos, desarrollar la capacidad de adaptación a las múltiples incapacidades de esta vida incompleta.
Dos cosas ayudaron a mi tía. Su actitud positiva y su prótesis.
Esas dos cosas nos pueden ayudar mucho. Una actitud positiva y elegir una buena prótesis, sentido transitorio, muleta, técnica, método, compensación, apoyo, aceptación de ayuda externa y fe.
Fe en Dios, en Jesús, en sí mismo, en la buena voluntad del buen samaritano, fe en lo que todavía no ha llegado, fe en el mover de Dios aún en los momentos difíciles, accidentes, desastres, defectos, ausencias y dolencias.
Adaptación no es resignación.
Adaptación es fe en acción.
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