Filipenses 1:21-30
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
22 Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger.
23 Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
24 pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
25 Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe.
El texto paulino define varias cosas, primero qué es vivir. Luego qué es morir. Seguido plantea lo que es el deseo, para pasar a lo que es necesario, para finalizar con una convicción. De allí establece un curso de vida.
Vivir es Cristo. Morir es una ganancia. Deseo morir. Pero es necesario seguir vivo por el propósito objetivo de la vocación. Tengo que fijar una ruta de vida.
¿Por qué una persona no quisiera seguir viviendo? Hay muchas respuestas a esta pregunta, desde la depresión hasta el agotamiento. Quizá el apóstol Pablo estaba agotado. Porque es normal que en algún momento de nuestra vida nos cansemos de vivir y muchas veces a muy temprana edad, por problemas internos, familiares, del medio, o simplemente por algún factor desconocido, hay momentos como los del buen profeta Elías, que prefirieron morirse, o del mal profeta "bordeline" Jonás, que pedía la muerte antes que gozarse de la misericordia de Dios por los extranjeros y enemigos.
Muchos que desean morir se detienen frente al suicidio porque saben que no tendrán con eso ganancia. Pablo sí habla de ganancia, pero está lejos de ser suicida.
Pablo representa acá una diferencia marcada con ese sentimiento de no querer seguir viviendo. Para él es una ganancia, tiene utilidades personales, le caería bien "estirar la pata" como dicen en los campos de mi país. Por fin estaría solo centrado en lo placentero, en lo vital: CRISTO.
Y ahí está el punto principal. Tener una razón válida para disfrutar de ese evento personal llamado muerte. Para Pablo no son los hijos, ni los hermanos de la iglesia, ni siquiera la predicación. Esos serían motivos para seguir viviendo, no para morir.
Para Pablo la razón no está en sus obras, ni en sus amores, ni en sus ilusiones, enfermedades, o injusticias que haya sufrido. La razón está en que la vida que tiene, nadie se la puede quitar, ni la muerte. La vida eterna que mora en el tiene un nombre, JESUCRISTO.Esa vida para él no está en una esposa, ni en una cuenta bancaria, ni en sus doctorados, ni siquiera en la religión, está en una persona que se le ha encarnado como vida eterna: JESUCRISTO.
Al final acepta seguir viviendo, por los hermanos, por el evangelio, por tantas cosas... que lo llevan a fijar una ruta de vida. Pero, todo eso es secundario para él. Cristo es la razón de su deseo de morir feliz.
Pregunta que asalta: ¿Qué nos lleva a desear morir?
Lo que tengamos dentro, a Jesucristo, su vida resucitada, su amor eterno, su realidad divina en mí, su presencia real y sacramental, eso es lo único que puede hacernos estar felices con morir y hasta con la difícil tarea de seguir viviendo, sobre todo si se tiene que convivir con el dolor de un cáncer, o de una enfermedad crónica de la psique.
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