Si queremos
un dios a nuestro antojo, no sería Dios, además, al final de cuentas terminaríamos
desilusionados puesto que no hay un dios que siempre actúe así complaciendo a la gente,
porque la
vida está llena de incidentes en los que no siempre nos va bien.
La Biblia
nos habla de un Dios creador que interviene cómo el considera que debe hacerlo , de un Ser humano y protagonista de su propia
historia.
El Génesis nos presente un Dios creador y eso lo realiza sin la intervención de nadie, sin ayuda alguna, sólo con su palabra, con sus mismas manos, siguiendo una figura bien entendida por eruditos y por campesinos.
Luego viene
la historia, el tiempo, la vida terrenal, en la cual el hombre sí puede hacer y
transformar muchas cosas, algunas no, como el hecho de la muerte, fatal limitación
que golpea al hombre carnal que tiene conciencia del
evento y no logra asimilarlo por su innato deseo de ser como Dios, inmortal.
Después de
ese tiempo histórico terrenal, el ser humano no puede hacer nada, pero Dios sí, siempre y cuando sea soberano, él
continúa su plan con todo lo creado y con cada vida en particular. Por eso Jesús dijo, que ha venido para darnos Vida Eterna.
Si Dios no es soberano, entonces todo dependería de leyes anónimas, de seres extraños y extraterrestres, de el hombre finito o de la nada y del absurdo. De dioses no soberanos.
No es que
esta vida sea fácil, no lo es para nadie. Pero, si Dios es Soberano, como
realmente creo que lo es, entonces todo tiene sentido aunque yo no lo
entienda. Entonces, hasta mi quebranto irreparable en mi psique humana o en mis finanzas tiene algún futuro, el que fuere, pero lo tiene ya que un Dios soberano, tiene control de todo.
Creo que Jesús es la clave hermenéutica para entenderlo. Leyendo los evangelios comprendemos mejor la soberanía de Dios en Cristo, quién es Dios, quién el hombre y nuestra esperanza despertada por la fe en ese Dios soberano capaz de levantar a su hijo de la tumba y elevarlo a otros oficios. Eso puede hacer también por mí.
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