miércoles, 4 de julio de 2012

Falsa publicidad y mala práctica en religiones

Cuando se nos dice que un producto sirve para algo y eso no es cierto, el fabricante puede ser querellado y hasta condenado por un juez a favor del estafado.

En muchos púlpitos se ofrecen cosas que son simplemente fraudes. Hacerse ricos, no enfermarse, vivir la vida sin problemas, no hacerse viejo, bajar de peso sin hacer dieta ni ejercicio y cuántas cosas más,  se proyectan por los  medios, respaldados por el ilusionado consumidor que se reporta a través de sus cheques para el  mercader del templo.

Así  encontró Jesús el templo de Jerusalén en su época y su respuesta fue indignarse.

A través de Jesucristo, el cristianismo afirma que  se puede obtener salvación, vida eterna, acompañamiento del Señor, sanando, restaurando y haciendo todo lo que él desea hacer por sus hijos, sin tener que mediar ninguna agencia que cobre por el anuncio ni la publicidad. Por gracia, somos salvos, insiste el apóstol de los gentiles.

La iglesia es la familia de Dios en donde nadie puede obtener ganancias o utilidades ofreciendo lo que no le pertenece. Lo que recibimos de balde, sólo gratis se puede devolver.

Falsa publicidad, así como mala práctica en el caso por ejemplo  de los médicos demandados por sus clientes, puede ser la causa de que falsos líderes  espirituales ilusionistas y estafadores  puedan ser acusados en los tribunales civiles.

Milagros de Dios, provisiones de lo alto, consolación y vida espiritual abundante, se pueden obtener de parte de Dios como resultado de su amor infinito y de su soberana voluntad, nunca por medio de una falsa publicidad de los mercaderes modernos,  artistas de  malas prácticas, exponentes de símbolos que los alejan de la gente que más gustaba a Jesús, los pequeños.

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