Casi todas las religiones plantean la existencia de otra vida.
En esta vida, las contradicciones, la salud y la enfermedad, las tribulaciones y los éxitos, la gracia y el pecado se encuentran muy cerca el uno del otro, en esta vida terrenal, independientemente de la posición ideológica o económica, abundan las cosas malas, los problemas, los conflictos, los sufrimientos, temores y calamidades mucho más que los estados de felicidad y plenitud.
El efecto de lo caótico y pecaminoso ha dañado todo desde los inicios" genésicos" y genéticos de la humanidad por eso, Dios proveyó , según nos lo explica la teología paulina un plan en el que predestinó, justificó y glorifico mediante Jesucristo, a una nueva familia de hijos restaurada y redimida para un nuevo momento, eterno y feliz. La lectura de las epístolas paulinas, especialmente la dirigida a los romanos nos lo explica de una forma maravillosa, tal y como lo ve el autor del apocalípsis, en sus imágenes de calles de oro y mar de cristal.
En esta tierra de placer y oscuridad, los llamados, los elegidos e iluminados con la buena noticia de salvación, nacidos de nuevo por el Espíritu, no están eximidos de los dolores presentes, pero, entienden paradógicamente, que son felices con su misión evangelizadora y los dones recibidos para aliviar la condición humana transitoria tan difícil de sobrellevar.
Un cristianismo que predique la vida eterna y ayude a las gentes a salir adelante superándose en todos sus caminos tiene mucho futuro por lo que no basta con meditar, hay que participar de este mover del Espíritu hasta la creación de cielos nuevos y tierra nueva clamada en la oración del maranatá, del creyente que espera nuevamente al Cristo de la Gloria.
Muy interesante y en mi opinión atinada reflexión sobre el papel de los verdaderos cristianos.
ResponderEliminarYo también coincido, tremendo reto.
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