domingo, 29 de julio de 2012

EL PREMIO RATON MATUZALEM


Matuzalem fue un patriarca hebreo que vivió 969 años, larga vida está asociada a bendición,  bíblicamente prometida para los que son buenos hijos, aunque la verdad hay que decirla, muchos buenos hijos han muerto jóvenes, y esto los biblistas como Miguel Fernández o Héctor Benjamín Olea, quizá en cualquier momento nos lo expliquen de forma tan profunda como suelen hacerlo, pero aparte de esa deuda exegética, lo que sí podemos decir es que Matuzalem ha llegado a ser una metáfora tan apreciada que hasta una fundación científica sin fines de lucro que explora las posibilidades de mayor longevidad para el ser humano, ha postulado un Premio llamado Matuzalem  para la creación de ratones de larguísima vida y un segundo premio para rejuvenecimiento de los mismos, todo con el objetivo de ser aplicadas estas técnicas a futuro, en el ser humano y lograr que el hombre vuelva a vivir tantos años como nos dice la Biblia que vivierno Noé y Matusalem. ¿Qué les parece esa idea? A la mayoría nos gustaría ver a nuestros tataranietos y demás descendientes posteriores y gozar de buena salud, larga vida en esta tierra que por lo general nadie quiere abandonar aunque le prometan todos los días el cielo con sus ángelitos y abuelitos ya muertos allá quién sabe dónde. Preferimos seguir acá, aunque sea en una sociedad líquica y licuada en la que nos encontramos.
La tendencia Matuzalem, así le voy a llamar,  es lo más propio de la naturaleza humana, querer vivir mucho, y de su finalidad óntica y espiritual, nacemos no para morir como dice la filosofía de la limitación, sino para la vida y abundante como dijo Jesús que el traía para los de la fe,  Una señal dialéctica, de vida es el cáncer , mutación que busca locamente la vida produciendo las células cancerosas que terminan destruyendo todo a su paso, ellas mismas son entre comillas, “inmortales”, muere la persona pero las células de un carcinoma puede ser conservado al igual que una célula madre, un embrión o una bacteria, y manifestar su alta vocación de vivir  en ciertas condiciones por supuesto,  por larguísimos años, sin tender hacia la muerte sino hacia la vida. Lo mismo que las bacterias que se resisten por naturaleza a la muerte, mutan, viven felices como Matusalem, "eternamente"  a no ser que otro ser las extermina se  enfermen y mueren.

Esa es la filosofía, lo que llamo" tendencia matuzalem" lo  que impulsa a estos investigadores y científicos a creer que hay un descubrimiento por descifrar para lograr vivir , mucho tiempo, en este planeta tan líquido y amado que nos pertenece por herencia del creador.

La tendencia matuzalem es un tema científico pero altamente religioso, se refiere a la VIDA con mayúscula, vida eterna, vida abundante, vida inmortal, el don de la vida.
La tendencia matuzalem trasladada al campo de una teología por la vida, que implique todos los quehaceres de la iglesia cristiana por ejemplo, es plenamente relacionable con el concepto y realidad de la resurrección en todos los órdenes y prácticas, esa misma tendencia, la matuzalem, debiera ser el punto emocional, psicológico, educacional que afecte las esferas de la salud, de lo biológico y de lo físico por influencia sistémica. Teología y esferas de la vida no pueden ser distanciadas sin pagar un letal precio como el organismo al cáncer que desea vida y continuidad.
En otras palabras, pensar con una visión de eternidad, de inmortalidad, de vida y no de muerte, puede hasta alargarnos la vida,  puede hasta quizá, imaginando un poco, descargar la labor de las células cancerígenas que tratan de hacer un buen trabajo aunque en detrimento del sistema en su conjunto, y permitir que todo el organismo se reactive en beneficio de esta tendencia de felicidad. Esto es tarea de la fe, de la religión, de la ciencia y del arte en general, incluyendo la política y la poesía.
Una sociedad, tan llena de células cancerosas y terroristas , difíciles de desaparecer porque son la vida en su punto ciego, en su estado pervertido de su vocación vital, puede encontrar en este escenario de desgracia para la vida sistémica general una especie de protesta violenta que reclama una nueva y más responsable actitud frente a la vida, que sea genuinamente científica y altamente espiritual que permita virar su mirada hacia la tendencia matuzalem, para  reencontrar el camino que lo conduzca de nuevo al propósito paradisiáco  ideado por el creador. Trabajo compartido desde Génesis 1,28 en el marco de un mandato cultural y no en la estratosfera imaginaria de un cielo desteñido e irreal. El cielo es el trono de Dios y su taller el universo y la niña de sus ojos, esta tierra representada en un momento en un solo territorio, la nación escogida.
La religión cristiana permite en este sentido, una reflexión y compromiso con esta perspectiva responsable, en la medida que acentúe la teología de la resurrección, no como un entrar simplemente el alma de un muerto en la realidad sobrenatural, sino en lo que ha sido genuino del cristianismo histórico, la fe en una resurrección física, real,  un reino real, un nuevo cielo y tierra igualmente real, producto de la intervención y participación divina, de un Dios no ausente sino encarnado que sigue afectando su obra  con la mediación humana, científica , no lejana al deseo de los que luchan por obtener el Premio Ratón Matuzalem, buscando una vía para encontrar el camino perdido. Si lo logran sin Dios, habrán producido un cáncer peor que todos los existentes, la continuidad de un hombre sin sentido, sin fe, sin propósito, condenado a vivir sufriendo la Nausea de Sarte por la eternidad, peor que el infierno del Alighieri.
En ese sentido, volver a predicar con fervor el regreso glorioso del Hijo de Dios, y el apoyar las iniciativas del Premio Ratón Matuzalem, son un reto teológico para la implementación de un cristianismo evangélico coherente con su esencia, que reconcilie el divorcio de la ciencia y la fe, sin convertir a una, en cáncer destructivo de la otra , sin transformar la fe en un enemigo suicida del desarrollo de la verdad científica.
El cáncer de la fe mal entendida,  le ha permitido sobrevivir más allá de todo, pero muchas veces matando el sistema y espíritu humano científico y creador , basta con recordar a Galileo, y el cáncer de la ciencia mal entendida, vista como  filosofía de la muerte de dios predicada  Friedrich Wilhelm Nietzsche trayendo falta de esperanza y suicidio del alma al hombre materialista y vacío creador de dos grandes guerras y en peligro de una tercera.
La tendencia matuzalem  es señal de integración de la fe con la ciencia, un hilo científico, espiritual, pero finalmente escatológico de una vida con vocación por la vida, la inmortalidad integral, la vida eterna celestial y terrenal. El proyecto de Dios, del hombre, del Enmanuel con nosotros, del Alfa y también de la Omega.


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