CADA
PERSONA CON SU LITURGIA
Liturgia,
significa la forma en que se realiza un
rito o ceremonia generalmente pública, se le considera un servicio al pueblo.
En el
corazón de la liturgia está el rito y en el de éste está el símbolo y el
significado, que a su vez despliega un sentimiento llamado “ religioso” es
decir que lo liga con algo por encima de él, algo trascendente. Además está
presente lo material, pan, vino, aceite, agua, etc. elementos naturales y ordinarios
que se refieren a la vida económica y alimentaria de un determinado grupo,
persona o colectividad.
Cada
persona a su vez, elabora su propia liturgia de vida, es decir sus rituales o
ceremonias para celebrar la vida, para rechazar los males, para evitar o
asimilar cotidianamente la realidad más cruda, cual es la muerte.
Los ritos
por lo tanto participan en el binomio vida y muerte.
Una mujer
está barriendo su casa y al mismo tiempo realizando una liturgia, desaloja la
basura, regaña a los niños porque sus juegos perjudican su labor, canta al
mismo tiempo un himno solemne o una bachata popular, todo ello para celebrar la
vida, manteniendo la higiene, la salud y la estética familiar pero por debajo
de todo alejar la muerte del lugar. Si esta misma mujer estuviera entregada a
la depresión, simplemente desearía no limpiar su casa y entregarla a la muerte
sin otra liturgia que la de la entrega y abandono total.
Hay pues
dos liturgias fundamentales desde este punto de vista religioso existencial. La
liturgia de la vida y la de la muerte.
Si estamos vivos debemos actualizar nuestras liturgias vitales aunque en
ciertos momentos hay que realizar algunas mortales, como lo son saber retirarse
a tiempo de un cargo, dejar un determinado
vicio o conducta, abandonar una actitud prejudicial y esto requiere de una
liturgia de muerte, de entrega, de desapego, pero orientada hacia servir a la
vida y no hacia la idolatría de la muerte.
Vivimos en
un mundo que adora la muerte y con una tecnología al servicio de la misma, anotemos un solo ejemplo: la cultura de “comidas chatarra” que matan la salud
de la gente, que generan una ansiedad
por vivir para comer y el resultado es
comer para morir. Obesidad y diabetes como pandemia reflejan lo que estamos
diciendo.
Un
cristianismo que desea seguir siendo vigente, debe colaborar en la
implementación de herramientas
espirituales para la construcción de liturgias vitales, tales como la creación
de espacios para adorar, jugar, colaborar, servir, construir, sanar y saber
morir con dignidad, al final del ciclo normal, cuando se entregue el cuerpo a la tierra
y el espíritu a Dios que lo creo, esperando la resurrección de los muertos y la
vida de un mundo futuro alegre y provisto de más liturgias de vida y no de muerte.
Gracias Rodrigo, muy buen enfoque de la espiritualidad "aplicada", y cada quien con su liturgia. Un buen ejercicio de protección de la diversidad en la vida de la gente. La religiosidad es así como dices. Un abrazo
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