domingo, 10 de junio de 2012

Quiero que me traten bien

Quiero que me traten bien, quiero que mi esposa  sea diferente, deseo que las personas me atiendan, quiero que me escuchen, quiero que me hagan feliz.

Todos conocemos esas quejas propias, solapadas, expresadas, reclamadas, gritadas en público, proclamadas en el silencio de la mente, resentimientos, aspiraciones frustradas, intentos fallidos.

Error. No podemos esperar que otros hagan mucho por nosotros. Lo que sí podemos  es hacer nosotros algo bueno por los otros, tratar bien a ese esposo,  hijo, compañero, amigo, amiga de la cual se espera simpatía, empatía, amor y comprensión.

No esperar que el otro cambie es sabio por dos razones, en primer lugar la espectativa y ansiedad desaparecen aunque sea parcialmente. De esa manera dispondremos más energía a nuestro favor.

En segundo lugar, no pretender cambiar a otros pero sí a uno mismo, nos pone en un espacio en el que tenemos poder, voluntad, decisión, racionalidad y objetividad.

Ese es un campo o espacio, territorio en que empoderarse trae buenos resultados para todos. Hay un efecto positivo hacia otras personas cuando hacemos con ellas lo que nos gustaría que hicieran con nosotros.

Trata a los demás como quieres que te traten, ama a tu prójimo como a ti mismo, lo que haces recibes, lo que siembras cosechas. Son expresiones filosóficas, religiosas y éticas para decir lo mismo,  no esperar que otro cambie para recibir, amor y comprensión. Aceptación, felicidad, satisfacción.


No hay comentarios:

Publicar un comentario