viernes, 1 de junio de 2012

ACTITUD, CONCIENCIA Y CEREBRO

Actitud, conciencia y cerebro

¡Ese muchacho tiene una mala actitud!, dice la maestra de Carlos, como si estuviera diciendo en palabras resumidas lo que Wikipedia explica de manera más académica :“La actitud es la forma de actuar de una persona, el comportamiento que emplea un individuo para hacer las cosas. En este sentido, puede considerarse como cierta forma de motivación social -de carácter, por tanto, secundario, frente a la motivación biológica, de tipo primario- que impulsa y orienta la acción hacia determinados objetivos y metas. Eiser define la actitud de la siguiente forma: predisposición aprendida a responder de un modo consistente a un objeto social.”

Lo que presdispone, es decir lo biológico, psicológico y hasta genético ancestral conjuntamente con lo aprendido hacen que un individuo responda de determinada forma a un objetivo social, como el de la maestra de nuestro personaje Carlos, y que la llevan a decir que este muchacho tiene una mala actitud. Seguramente no quiere obedecer las indicaciones suyas. Pobrecito, diría su sentimental madre, pero esto no le resuelve el grave problema de actitud del muchacho. El debe aprender a manejarse de mejor manera y para ello necesita hacerse consciente de esa demanda y realidad de su vida,  sus fallas y sus posibilidades de cambio.

La parábola del Hijo Pródigo narrada por el Señor Jesús, es un vivo ejemplo de un joven que pasa de ser inconciente a ser consciente de su realidad y cambia su vida por completo.

El despertar de esa consciencia, obviamente requiere de una iluminación divina del Espíritu Santo de Dios, pero al mismo tiempo de algún nivel de funcionamiento del cerebro en sus facultades racionales. Aprender a pensar.

Malas actitudes hacen que no logremos objetivos de beneficio para uno y para los demás.

El capricho es una mala actitud.

La terquedad de no querer producir cambios en esas actitudes, reflejan un problema de funcionamiento a nivel personal que hace que muchas veces un individuo no se dé cuenta él mismo de las malas actitudes que generan a su vez  las malas conductas que le resienten los demás y que muchas veces las callan en el interior de su alma, creando una aoreóla negativa en su entorno.

Podemos intentar una nueva manera de vivir cambiando nuestras actitudes, tarea a veces tediosa, pero como en todo aprendizaje, como cuando estabamos aprendiendo a conducir una bicicleta o automóvil, pesado al principio, pero una vez incorporado a la mecanicidad del reflejo neurocerebral   y del conocimiento, es hasta divertido y por supuesto  un poco peligroso, a causa de  los indeseables accidentes de la vida, para los cuales hay que estar siempre preparados mediante la evaluación sistemática de nuestra conciencia.

Creo que se puede hacer, y como todo, hay que practicarlo muchas veces hasta fijar un nuevo hábito para esa nueva actitud y para esas nuevas conductas de bendición.

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