El
sufrimiento bien entendido es parte de los procesos de maduración.
Las
personas que no han pasado por crisis y sufrimientos tienden a ser más
superficiales e indolentes que aquellas que conocen esos azotes de las
circunstancias adversas. Mucho sufrimiento hace que un ser humano pueda hasta
volverse loco, que es una forma radical de protección que tiene el organismo
humano, pero por lo general el mejor resultado del dolor o sufrimiento es un ser humano más rico en sensibilidad, en amor y compasión.
Jesús
sufrió profundamente. El Siervo de Jehová en Isaías es un fiel retrato de esta
situación transitada por el mesías de Israel y salvador del mundo.
El budismo
habla del no sufrimiento, otras doctrinas de la superación del mismo, pero el
cristianismo bíblico, identifica el
sufrimiento como un camino que conduce a algo bueno, excepto el castigo final de sufrimiento eterno de la impiedad para satanás y los ejércitos que lo siguen.
Así que la
fórmula de “pare de sufrir” es un fraude de la brujería religiosa moderna para
sacarle el dinero a la pobre gente.
Superar las
condiciones miserables de vida, mejor salud, educación, justicia, son objetivos
por los que un cristiano debe trabajar, pero sabiendo que conlleva sufrimiento aún la lucha por obtenerlos, y que aún si se lograra una sociedad más equitativa, no por eso desaparecerá el
sufrimiento, porque es un maestro que siempre regresa para aportar nuevas
lecciones o para informarnos que hay algo malo que resolver. Dolor y
sufrimiento son necesarios; para saber por ejemplo que una muela está dañada y que debe repararse o para valorar las cosas lindas de la vida, especialmente las pequeñas. Para ello, es necesario madurar al calor del sufrimiento en el crisol purificador de las pruebas y las noches oscuras de la fe, como le llamaron los místicos del pasado.
Así que NO
PARE DE SUFRIR.
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