miércoles, 28 de mayo de 2014

NECESIDAD


Maslow ha sido muy conocido por su clasificación sobre las NECESIDADES.
Parece ser que satisfizo una de las necesidades de la gente la de que le explicaran las necesidades en sí mismas. Para él, éstas podían clasificarse someramente en el siguiente orden:
Necesidades de comida, bebida, vestimenta y vivienda.
Necesidades de seguridad y protección.
Necesidades de pertenencia: afecto, amor, pertenencia y amistad.
Necesidades de autoestima: auto- valía, éxito y prestigio.
Necesidades de autorrealización: de lo que uno es capaz, auto- cumplimiento.
Lo interesante de la dialéctica de la necesidad es que internamente está gobernada por el deseo. Sin deseo la necesidad no tiene lírica, carece de expresión, de llanto, de gemido, de sensación previa, en el medio y al final de su satisfacción.
Es un complejo químico, psíquico y social, que por supuesto está vinculado entrañablemente con las adicciones y con la política.
La política trabaja en su cara proselitista y de búsqueda del poder, o simplemente de la imposición del mismo por medio de esta triada de elementos, deseos, necesidades y expresiones. La fotografía, es una imagen, tanto del niño pobre en expuesto al público, como la del político o la de Teresa de Calcula recogiéndolo de una calle de la India.
La finalidad de la imagen vuelve a ser política, no sólo electorera o ideológica sino también comercial. Una imagen vende en la medida que ofrezca la satisfacción de una necesidad mediante el disfrute del deseo, que aleje el dolor y acerque el placer. Mórbidamente también al dolor como patología del binomio sadomasoquista.
Al ser la necesidad un asunto biológico, llevado al escenario político, de la polis, tanto electoral, como comercial, a la polis de las ágoras del mundo mercantil, se vierte en fenómeno religioso. Lo sagrado es para de lo mágico, sociológica y antropológicamente hablando y dar el salto de la oferta de la satisfacción de las grandes necesidades mediante el alcance de un objeto en un instante, cosa que es mentira, pero lo mágico no es en sí verdadero, sino una ilusión de lo real, repetimos la oferta se transforma en deificación. Las fotografías de los políticos mediante las técnicas modernas de maquillaje y seducción para las masas, parecen no solo hombres buenos, sino portadores de fuerzas, poderes capaces de convertir este valle de lágrimas en ríos de agua vida. Lo mismo que la cerveza o la mantequilla anunciada a través de una atractiva modelo de belleza de las pasarelas internacionales. Modelo de belleza que esconde la más triste fealdad, la realidad de miles de niñas y muchachas escondidas detrás de esa imagen y que sufren la enorme marginalidad, la frustración, los enormes trastornos de las jóvenes de la clase media, con toda y su santa bulimia, anorexia e intentos suicidas al estilo de cualquier sujeto con trastornos de personalidad, especialmente, el de doble fotografía en la psiquiatría, nos referimos a la bipolaridad y a las de múltiples fotografías como el trastorno límite de personalidad, o la patología mayor de las múltiples personalidades. Todas caricaturas de lo que son las fotografías del político en una valla callejera, la de una exquisita modelo o la de una hamburguesa o mega hamburguesa maquillada por medio de las técnicas de pintura simulando las delicias de la salsa de tomate y las sensaciones de lo horneado con calores sacrosantos.
Si las necesidades, apuntalados por los deseos y la política en la oferta de lo ideal salvífico, podemos decir sin temores excesivos que la sotereología gastronómica o de las ofertas públicas, sean políticas o sean religiosas, como también culturales, ecológicas, psicodélicas, el spa de la nueva economía, no compite para nada con la vieja sotereología calvinista de la predestinación, ya que la primera, la del consumo inmediato de una religión leight no necesariamente cristiana, le ha ganado la partida a las viejas filosofías y discusiones en torno a temas arminianos, pelagianos, agustinianos, aristotélico tomistas y hasta lo que pueda pensar el vaticano o los nuevos Billy Graham.
El punto estaría en cómo convertir a un Francisco de Asís, de corte jesuita, en una hamburguesa apropiada para unificar los valores perdidos con la posmodernidad fotográfica. En esos ensayos está la posmodernidad y la vaticana en particular. Entre paréntesis, la fotografía vuelve a tomar un espacio importante en los escenarios de la historia por fija, frizza, la imagen que requiere ser estampada en la mente, contrariamente al video que se asemeja más a la vida en movimiento y que es tema de cines más que de promoción de lo ideal paralizado como ídolo para ser adorado. De esos que los judíos recomendaban no arrodillarse frente a ellos aunque llenaron su propio templo de figuras bajo el calor de la influencia de los pueblos paganos.
Hacia dónde concluye nuestra reflexión, a que las necesidades convertidas en imágenes, cuyo resorte nervioso está en el deseo, nos está llevando a una sociedad adicta en todos los niveles y política en todas las dimensiones, incluyendo como repetidas veces lo hemos dicho en otros artículos, la religión, no como opio del pueblo, sino como estimulante a un reino ahora, el de comer y beber, necesidades indiscutibles en lo básico pero desaforadas en sus expresiones más refinadas del mercado mundial.
Las grandes necesidades convertidas en fotografías sociales han venido a ser también políticas. Los pueblos hambrientos, los niños con parálisis, las mujeres y hombres con sarna o sida, han sido asimilados como una religión de estímulo a la consecución de recursos por medio de organismos que participan en el círculo político y religioso mundial.
Esta la dimensión macro.
En lo micro de cada individuo, si este ha tenido el privilegio de estar en las sociedades del mercado, esté donde esté, con algo se puede satisfacer en su necesidad básica, pero no en su necesidad politizada.
Tenemos un sujeto insatisfecho que clama por corrientes de agua que sacien su sed y no lo logra.
Será que esta es la naturaleza humana que tienen a conseguir nuevos niveles evolutivos. Será que así tiene que ser el proceso para poder llegar a dónde no se ha llegado.
O podría existir otras alternativas, digamos más saludables. No me refiero a la política convertida en alternativas del vegetarianismo o cosas parecidas, que pueden ser muy valiosas en sus conceptos puros, pero sabemos que es otra ideología más, como la de un francisco de Asís para un siglo XXI.
Cuando hablamos de alternativas nos referimos a algo que no conocemos. A una salida victoriosa. A un real rescate del hombre, mediante un uso racional de sus necesidades, una satisfacción coherente y una construcción de su medio por los caminos no de la política fotográfica sino de sentimientos más elaborados como la misericordia. Nos empujamos a creer que no. Excepto si se produce una ayuda externa, no necesariamente humana. Nos referimos a una intervención del creador, a un soplo del Espíritu de Dios que traiga cambios verdaderos en el cerebro, el alma, la psique y todas sus formas de ser. Nos referimos al poder del amor. Nos referimos a una esperanza simplemente, frente a un mundo que va a colapsar tratando de lograr el gran orgasmo psicótico extraído de la médula de su propio ser, y no de su coherencia entre su pensar, sentir y actuar sino en contra de su propia conciencia. Se está sacrificando la conciencia obtenida en los altares de los deseos virtual y realmente manipulados. Estamos en un escenario peligroso. Pero, tenemos la fe, la esperanza de una salida

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