El morbo del poder
Lo morboso es anti-fóbico . No tiene miedo al poder el que gusta del
mismo, todo lo contrario tiene un apego entusiasta, enfermizo. Hay quien
busca el poder porque es un enfermo y también quien después de
ejercerlo se enferma de la mismo, del morbo por el poder. Los fóbicos
del poder se mantienen alejados, pero los igualmente mórbidos se
mantienen alrededor del que lo ostenta por la vía que fuera.
Las sociedades se organizan en torno a intereses y los mismos funcionan
a través de elementos sistémicos y estructurales como lo es el poder.
Siempre ha habido este tipo de relaciones desde el comienzo de la
historia humana. El ejercicio del poder es un tema de la político, pero
la legitimidad del mismo apunta hacia lo filosófico, axiológico,
teológico y hasta teogónico, Siempre el poder requiere de unos dioses
que lo avalen, legitimen y amenacen a los demás con temores de
ultratumba si no se someten a lo que llaman poder natural, poder querido
por la divinidad, poder delegado.
Y la religión ha sido la
principal fuente de validación de los poderes y sus acciones muchas
veces en contradicción flagrante, cuyas huellas y cicatrices no
requieren de más evidencia en la historia social y humana.
Las
izquierdas ateas recurrieron a otros conceptos filosóficos para
justificar sus horribles crímenes, mientras que el fascismo era
apadrinado por el catolicismo y las violencias de Calvino por la
teología reformada. Siempre los gobernantes han buscado sus sacerdotes.
El asunto de nuestra reflexión consiste en afirmar de manera hipotética
que en la justificación del ejercicio del poder, siempre injusto,
mucho menos en las sociedades que cuentan con un estado de derecho
funcional, pero siempre opera el poder oculto, discriminatorio, corrupto
y corruptor, volvemos a decir, que en esos ejercicios de justificación
opera desde una morbosidad que requiere a su vez seres humanos
igualmente morbosos. O sea, siempre ha habido gente entusiasmada por
tener una cuota de poder, sólo por el sádico deseo de sentirse por
encima de los demás, posiblemente por el mismo sentimiento de
inferioridad que nos produce la convivencia humana y las amenazas de no
alcanzar la comida, la seguridad, miedo a la enfermedad sin apoyo, a la
soledad del desprotegido socialmente, y finalmente a la muerte a la
cual todos vamos a llegar, poderosos y no poderosos.
Entonces que
diremos, parafraseando a la carta del Apóstol Pablo a los Romanos, que
todo ejercicio de poder es morboso, que todo ejercicio de los cargos
tanto en la empresa privada como en la pública está teñida de esa
infecta situación. Qué diremos , que mientras ese poder se haga
funcional, pragmático y sus resultados alegren a los que tienen aún más
poder en la jerarquía institucional, tendrá respaldo. Y qué decir del
poder de la sociedad civil, que es otro morbo pretendiendo ser los
agentes de los derechos de todos pero expresado en O.N.G. que buscan de
forma oportunistas bajo los lemas de enormes causas a la vista dignas,
constituirse en un poder que use el morbo de la llaga herida del pobre,
del ulceroso, del sidoso o del hambre de los demás. Nos decía hace algún
tiempo un religioso, que era necesario usar la pobreza para abrirse
camino y conseguir el financiamiento de parte de países y grupos ricos,
siendo la verdad que una parte se queda en las arcas de algunas
instituciones.
Qué diremos que todo poder está teñido de ese morbo. Sin duda alguna creemos que sí. Esto es humano e innegable.
Por una parte el mundo rico trata de limpiar su conciencia con la causa
pobre y sus intermediarios morbosos por medio de las O.N.G. limpian,
lavan estas conciencias y obtienen como resultado ganancias que se van
quedando en el tren burocrático, sino corrupto, ideológico, o tramposo
de sus dueños, generalmente gente metida y entremetida en la política. O
h mundo tan mundano, dirían los místicos revolucionarios que siempre
han tratado de buscar de Dios alejándose de los poderes de esta tierra.
Qué diremos, que el mundo es político y por ende morboso, por su puesto
que sí. Esa es la realidad pringada de excepciones que sin duda son
silenciadas aparentemente pero se convierten en temas incómodos que
terminan afectando la historia. Gandhi es un claro ejemplo de ello. La
India quizá siguió tan pobre o más, tan llena de poderes diversos y
morbosos, pero después de este hombre el mundo entero no ha podido
dormir tranquilo. Fue creador de una nueva conciencia.
L a enseñanza
del Señor de Galilea, tomando una cubeta y lavando los pies a los
discípulos y dando su vida para rescatar la humanidad, marcó el mundo.
Desde allí todos los humanos que han conocido su nombre han tenido que
pegar en esa piedra de tropiezo, convertida por muchas iglesias no solo
Roma, en un producto morboso para dominar a los demás y sacarles el
dinero de sus entrañas. Hoy lo vemos todos los días en la televisión de
los tele maratones. Intento no lejano a los que quisieron convertirlo en
el Che Guevara de la teología de la liberación forzando su perfil hasta
llevarlo a asumir luchas políticas muy extrañas a su perspectiva. Otros
queriendo convertirlo en un defensor de los derechos de aquí y de allá,
con los mismos nombres de Jesús el Cristo con que en algún momento se
perseguía a los herejes y se quemaban brujas. La enseñanza del hombre
de Nazaret ha trastornado la historia dejando no solo una teología
lejana a él, ideología justificadora de la morbosidad religiosa sino un
auténtico sentimiento, que se llama el amor ágape, el servicial, el
oblativo y sacrificial. En otras palabras la posibilidad de un ejercicio
del poder desde el servicio y amor. Parece romántico, pero no por eso
imposible. Parece romántico y no por eso fuera de lo humano. Mucha gente
se casa porque ama, no porque haya calculado la cuenta bancaria del
otro, buscando el poder morboso del poder del dinero o disfrutando del
poder sádico de una relación sexual, que pudiera ser un acto, un
símbolo, una satisfacción y realidad llena de generosidad mutua.
Qué
faltará para que el ser humano de un salto y pueda separar el poder de
la morbosidad. Cuando estará sobre esta tierra o una nueva tierra, un
nuevo ser humano que no justifique en nombre de Dios ninguna revolución
violenta, ningún sistema opresor, ninguna relación de subyugación.
Utopía . Si el hombre tiene utopías es porque ve posible algo mejor.
Así lo buscaron los revolucionarios socialistas que imaginaron el
ideario comunista. Pero, cuáles son los medios. Alguien muy amigo me
dijo que la guerra era parte de la política y que si era necesario
reventar un poco de gente para que existiera una mejor social habría que
hacerlo. Pero, no existirán otros métodos, cuánto tiempo duraremos
ejerciendo el poder morboso hasta lograr ver la posibilidad de una
sociedad de servicio más amable. Lo grave del asunto es que a través de
la ilusión nos hacen ver posibles utopías, mediante actos sencillos de
consumo que lo único que producen es obesidad, no sólo física sino del
ego. Obesos de morbosidad, hinchados por el poder. Basta con darle un
carguito a cualquier hijo de hombre, a cualquier hombrecito de la calle,
para que busque a otro más pequeño que él, oprimirlo, maltratarlo,
abusarlo como dice una bachata de grata memoria por su autora, y de esa
forma esa hombrecito sentirse más fuerte frente a ese otro hombrecillo.
Así que no solo es un asunto de la relación patrón obrero sino de la
relación del hombre con el hombre, menos machistamente , del ser humano
con el ser humano.
Pareciera que todo se reduce a buscar a alguien a
quien oprimir para celebrar el rito de sobrevivir, es simbólico, como
también lo es el dinero, que a su vez es canjeable por plátanos y Coca
Colas en la tienda de la vida económica, sólo que esta vez, ese símbolo
se intercambia por privilegios, por limosnas, por tiliches que los que
tienen algún poder mayor y más estructurado puede ofertar por cada acto
vandálico de ejercicio morboso del poder. Esto no sólo se ve en el mundo
de la mafia organizada, sino en cualquier barrio comandado por un
cacique, o en las grandes transnacionales y en la gestión de países
ricos, países pobres y países intermediarios.
En todo lado la morbosidad, hasta y sobre todo en las iglesias.
Solo Jesús mi Dios y gente como Gandhi y otros anónimos, aún en la
estructura formal, como la recordada mujer de Calcuta, son símbolos de
algo diferente. Me gusta esa diversidad, la de aceptar que hay seres
humanos precoces en la evolución espiritual, llenos de gracia como
María, lo digo sin ser católico, aunque quien deja de serlo del todo, la
que llamarán bienaventurada todas las generaciones o las de un Juan el
Bautista del cual el Nazareno dijo que no había hijo de mujer más grande
en esta tierra que ese que comía empanadas, traducido como grillos, y
miel silvestre, una voz que salió de las cuevas monásticas y cansado
comenzó a ser la voz que clamaba en el desierto. Cuántos hoy están
clamando en el desierto, quizá sean pocos, pero los encontramos en el
camino, haciendo el trabajo grano a grano, tal como se llena la gallina
el buche, en este caso el buche de una imaginación santa, la posibilidad
de un Reino de servicio y amor.
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