martes, 20 de mayo de 2014

LAS IDEAS SON PODEROSAS, PELIGROSAS Y CAPRICHOSAS.


“Era preciso que cayera sobre mí una chispa para hacer brotar el fuego” T.Chardin
Una idea puede ser el motor que acelere un cambio radical en un individuo y en una sociedad porque las ideas son poderosas.
Una idea puede destruir a una persona, a una sociedad entera cuando esta forma parte de un discurso y éste a su vez se ha convertido en creencia. Las ideas de Hitler fueron la vulgarización de conceptos filosóficos puestos al servicio de la atrocidad que encendió el odio contra el pueblo judío.
Una idea es caprichosa, surgen a veces de los procesos de la alquimia humana, como si fueran señoritas que coquetean con el desorden, el placer por el placer o simplemente se convierten en reinas de la estupidez, que cuando se convierte en creencia todos terminamos dándole crédito y atendiendo a sus absurdas demandas. Quien no está fascinado por la creencia de que debe coger un préstamo para adquirir algo que cree necesario pero que realmente no lo es.
Es que las ideas al convertirse en creencias forman un cuerpo religioso, compuesto por doctrina, parte parenética y celebración litúrgica. Pasan a lo sagrado, tanto como lo es la visita a un centro comercial moderno, el llamado mall, al que visitamos casi con la sensación de que somos grandes, poderosos, gozosos cuando estamos dentro de su entorno sacrosanto.
Las ideas caminan hacia sacralizarse al convertirse en creencias y estas a su vez protegen al dios escondido en sus entrañas. El capital. El Das Kapital. Tratado por K. Marx., del cual decimos que sus seguidores han sufrido terribles fracasos en los proyectos de sociedad comunista, pero sus ideas y planteamientos no han podido ser desechados, todo lo contrario, el capitalismo lo ha aprovechado para entender y entenderse. Pero volvamos a nuestro tema recogiendo esta relación entre idea, creencia, religión, capital y nuevamente regreso a la ideología como expresión de ´poder, peligro y capricho. El mismo Marx a partir de las ideas de David Ricardo, agudo pensador economista, puede abordar la relación entre el capital, el trabajo, la mercancía y los elementos simbólicos como el dinero en su función de sostener un sistema terriblemente injusto y explotador. La plusvalía que es la base de la ganancia, del engordamiento del capital, cuyos dueños hoy en día atemorizados por la independencia de movimiento que tiene el mercado, buscan maneras cada vez más sutiles de sacralizar el valor de su producto, a través de las ideas poderosas, deportivas, musicales y religiosas. Sobrevivir y salvar el capital es la hazaña heroico del momento y esto sólo es posible con el trabajo del trabajador y la ideología del consumo. Y en este ensayo por mantener la vigencia del producto, las ideas corren por el filtro de las publicitarias, hasta la idea o concepto de evangelizar, se ve sometido al marketing , y el lanzamiento publicitario de determinado orador cristiano se siente compelido a recurrir a los mismos medios que el cantante de música pop que puja en el mercado por sostener su producto al servicio del capital. Todos al fin y al cabo postrados frente al capital. En fín las ideas están vinculadas a este escenario pero a su vez, el mismo opera de forma pragmática. Es como ir detrás de una bola de nieve independiente, tratando en casa paso que en la práctica esta de, de crearle el ropaje ideológico, sagrado, secular o religiosamente, para que este lo refleje en los productos de la índole que sea en las vitrinas del gran mercado de la vida. Aquello que pronunció aquel gran filosofo iniciador del pragmatismo puede seguir siendo una profecía social diariamente cumplida si la entendemos desde la perspectiva de Marx, aquello de que “La idea no pertenece al alma; es el alma la que pertenece a la idea” Charles Sanders Peirce. El alma del sujeto social actual está vendida a la idea que se levante en forma de imagen y lo conduzca hasta donde se pretende, la consumación del acto de adorar, consumir, alabar, al producto en sus formas simbólicas y satisfacer su necesidad de forma pragmática. Ahí es donde la idea se hace poderosa pero al mismo tiempo, peligrosa.
A quién estamos adorando, es al fin y al cabo la pregunta más fuerte. A aquello que adoremos, sacrificaremos nuestra fuerza de trabajo, nuestra vida, ilusiones, y energía en última instancia. Las religiones opuestas a los sistemas, siempre han sido peligrosas en otro sentido, en el de ser protagonista de los cambios. Jesús de Nazareth fue peligroso porque su propuesta incluía el darle la espalda al sistema romano y radicalizar el cumplimiento de la ley judía, más allá de las manipulaciones farisaicas y saduceas. Poner la otra mejilla, es el acto revolucionario que imitó Gandhi y puso a temblar a Inglaterra. La metodología de la no violencia a la cual están recurriendo grupos entre los cuales vemos a los inclusivistas y a los evangelistas de la diversidad, sin duda recurriendo a los nuevos medios de la tecnología, son altamente peligrosos por sus ideas poderosas para el sistema que lucha internamente entre los grupos que quieren respaldar esta corriente contestataria pacífica y los que se resisten a darle paso a ideas tan fuera de su liturgia conceptual que pone en riesgo intereses establecidos y crea una paranoia en las esferas más conservadoras. Allí es donde la idea vuelve a ser peligrosa para alguien y donde la coquetería de una idea, es decir lo visto como capricho de una idea, pasa a ser fuerza social de una idea que avanza como una bola de nieve que crece al amparo de un mercado que ha visto en esa causa, el nuevo modelo de presentación de la mercancía. Por ejemplo las imágenes del hombre metrosexual, el concepto de bisexy es decir productos que pueden ser para hombres o mujeres por rosados que fueren o femeninos, ya el mercado le da el permiso al varón para afeminarse sin que eso implique juzgamiento alguno hasta lo evidentemente bisexual o descaradamente gay como símbolo de una nueva sociedad que avanza hacia ser controlada por esa nueva ideología, la nueva por supuesto es la diversidad en todas sus formas. Esta corriente mueve la economía y ésta a su vez moviliza la ideología y esta con sus caprichos incluidos busca convertirse en la religión del momento, en la del placer que incite a una sociedad que sea a su vez más y más consumista. Allí la idea comulgan entre ser peligrosas, poderosas y caprichosas.
Con respecto a los caprichos, que nos hace verlo como una mujer coqueta, en el nuevo paradigma un ser bisexy caprichoso, se vuelve a retomar el camino de esa idea, hacia lo peligroso y lo poderoso. En otras palabras a dónde nos llevará esta corriente.
El mercado ha sido tan inteligente, o sea el capitalismo que maneja al mundo, que ha movido el mundo de ideas, muchas de ellas justas como algunos derechos que defienden estos grupos de la diversidad, ha movilizado toda la ideología de la disconformidad, la de la juventud rebelde, la de la juventud religiosa, la de los políticos reciclados de las izquierdas con las derechas, la de la nueva era con su misticismo y mezclas de religiones con teosofías y metafísicas no filosóficas, sino esotéricas, ha mezclado en fin todo aquello que le permite no sucumbir. Viejos modelos como el comunismo cubano se ve obligado a pactar de forma dual, por un lado con su propio pueblo para que siga una ruta diferente en cuanto a pauta de consumo aunque en el fondo muchos ciudadanos de ese país desearían adorar los fetiches y productos del capitalismo, o sea desearían estar en un mall. Viene a mi mente cubanos que me han visitado, los he llevado a los centros comerciales y han manifestado una excitación que los induce a querer lo mismo para ellos, por otro lado se han tenido que abrir a la economía del capital maldito, pues cuando los turistas llegan a esa isla del socialismo conservador, se admiran de la modernidad de los hoteles y de los servicios eficientes de los lugares comerciales, por supuesto sólo para turistas, para degenerados de otro sistema que los necesitamos para que dejen sus divisas. Es una manera de mantener su dignidad pero al mismo tiempo es una señal de que nadie se puede liberar de este gran monstruo tan lleno de contradicciones que es el capitalismo moderno, tan amado por el ser humano que lo disfruta no solo por el placer inmediato sino porque representa un salto cualitativo en la evolución social. Nadie puede negar que el capitalismo moderno es más justo en sus sistemas legales que el feudalismo e incluso que sociedades regidas por sistemas totalitarios sean fascistas o comunistas. Sociedades donde se violan en nombre de sus dioses absolutos, el poder de un hombre, el poder del estado o de una ideología, de manera a veces brutal, los derechos humanos fundamentales, como el de pensar cada uno como bien le parezca. Ese fundamentalismo político es una expresión de una idea que se resiste a ser cambiada y resistiéndose se va secando internamente, desquebrajándose con el tiempo, porque a menor peso mayor flexibilidad, y el peso de estas conceptos los lleva a quebrarse en las contradicciones internas. Por eso el capitalismo fundamentalista se ha visto en fuertes crisis y desilusiones. Pero, ha aprendido, como en cierta forma lo han hecho ciertos izquierdistas, a negociar con las circunstancias, a ser flexibles para permitirle a los productos, fluir con mayor fuerza y ser fuente de satisfacción para los productores del capital y para sus dueños. Un arte difícil de aprender. Si la clase burguesa, para usar ese término tan grosero, de Venezuela, pudiera seguir disfrutando de las bendiciones del sistema de consumo, de sus privilegios como el adquirir la tecnología del día sin que se viera restringida en sus derechos a pensar y sin ser atrapados por una ideología de adoración a un gobernante, que tuvo un inmenso valor humano pero unos desaciertos absolutistas que trajeron toda esta disconformidad, si esa clase tan importante hubiese encontrado formas de negociar una mejor distribución del beneficio con la inmensa clase pobre, es decir si hubiese habido flexibilidad en las ideas, creencias, acciones y políticas de todos esos sectores, no tendrían el drama que están viviendo.
En ese sentido la apertura que el sistema da a la diversidad, aunque peligroso, es sabio desde el punto de la flexibilidad. Pero peligroso en el sentido de que los fundamentalistas de la diversidad pujan por lograr un poder que podría llegar a ser absolutista. No dudo que muchos pastores evangélicos que se niegan a casar homosexuales por ejemplo, en los países donde es un derecho legal, sean sometidos a los tribunales por no ejercer su ministerio de forma democrática. Ya está pasando en ciertos sitios donde pastores están siendo acusados de homofobia y lo único que hacen estos hombres de Dios, tan de Dios como muchos ministros espirituales que apoyan la diversidad, lo único repito es predicar lo que han aprendido de sus creencias y mantenerse alejado de lo que consideran mundano y satánico. Tienen derecho a eso, como los otros apoyar lo que están apoyando. Derecho a algo no significa, valva la repetición, derecho a imponer el contenido de ese derecho como un dogma que domine a todos. Eso es lo que el capitalismo trata de evitar en sus esferas liberales políticas y en sus proyecciones mercadotécnicas aplicadas a las negociaciones sociales, por supuesto imponiendo su dogma oculto, la adoración y servicio al mercado. El mercado es el dios indiscutible del capitalismo, pero está disfrazado de muchos colores, y ahora quiere también vestirse con el arcoíris de la diversidad.

Resumiendo lo resumido, podemos decir que las ideas tienen poder, son peligrosas y caprichosas, pero sólo tendrán continuidad si estas logran acompañar al desarrollo del capitalismo aunque sea hacia el punto crítico de su desplome, cosa que muchos han profetizado, que han visto casi realizado pero que el sistema les ha demostrado que todavía no es el tiempo dialéctico de dar paso a algo nuevo, aunque sea un cataclismo socio económico como el que en un momento dado se producirá inevitablemente dado que los ejes de esta sociedad no son resistentes desde el punto de vista epistemológico, axiológico y moral. Todas las instituciones han venido a ser cuestionables, nos referimos a las religiosas, las ONG, las filantrópicas y hasta las lógicas señaladas por los teóricos de la conspiración, como creadores de los gobiernos masónicos, con toda y la fantasía con que se denuncian a todas estas instancias morales e ideológicas sirvieron en su momento tanto al estado como a la conciencia individual para ser referentes por dónde caminar, a veces hacia el cielo, otras hacia los grados de iluminación o superación moral, otras hacia la locura y el suicido grupal, pero fueron, sin duda alguna, y todavía lo están siendo, referentes sin los cuales a dónde caminaría la gente sólo expuesta al nervio pelado de los intereses del capital como diría Marx o el Marx de Grundrisse der Kritik der Politischen Ökonomie .
La nueva religión después de los cataclismos sociales del futuro tendrá que ser buscada en el basurero donde fue tirada la luz.
Esa luz es la referencia, es posible que para pensar de esa forma cósmica tengamos que desenterrar para que nos vuelva a hablar del Punto Omega a dónde Dios nos guía en este peregrinaje con la resistencia de los hombres que como con Moisés en el desierto prefieren estar en Egipto comiendo las cebollas de los esclavos y no la esperanza que sobrevive en los desiertos buscando una identidad conforma a la conciencia humana digna y coherente con su creador. La búsqueda de éstos sentidos es señal de que esa luz es la referencia. Si enciendes un bombillo verás muchos bichitos volar hacia él porque tiene luz, si le pones una cubeta o palangana reflejando en el agua esa luz, es decir a través del efecto espejo, todos esos voladores buscadores de luz perecerán en el fondo del balde implacable que castiga al que busca la luz dentro de una ilusión suicida, como lo hacemos hoy cada día sirviendo a los dioses del placer del momento.
Tendremos que volver a buscar en el corazón de la entrega, sea de la corriente que sea, el que se entrega a servir, tendremos que escuchar a los profetas, respetar la creación sin adorarla y a avanzar por el camino, guiados por el Espíritu que es Santo, y no por las fuerzas del“El azar y la necesidad” de Jacques Monod, el cual afirmaba que “El universo no estaba preñado con la vida, ni la biosfera con el hombre” lo cual no puede ser aceptado sin caer en la decepción total.
Prefiero la perspectiva de Chardin mirar las cosas como hombre concreto pero con espíritu trascendente. Aunque no soy un teileriano en sentido estricto si valoro aplicado a mi vida lo que dijo de sí “La originalidad de mi creencia consiste en que tiene sus raíces en dos campos de la vida habitualmente considerados como antagonistas. Por educación y formación intelectual, yo pertenezco a los «hijos del Cielo». Pero por temperamento y por estudios profesionales, yo soy un «hijo de la Tierra» T. Chardin.
Como hijos de Dios, esperamos ver lo que a ojos simples tal vez solo los profetas ven, la acción de él en medio de todo y la conducción de este mundo hacia un punto con sentido. Fuera de esta fe solo queda la opción del absurdo propuesta por Jacques Monod y muchos otros más que no ven una inteligencia ordenadora.
Estas dos ideas, son poderosas, peligrosas y a veces caprichosas, pero conducen a sitios tal vez diferentes quizá por alguna gracia convergentes. Uno hacia la esperanza en el azar, otro a trabajar con una visión de Reino, tomada en este caso del Señor Jesús, sabiendo que el trabajo por la vida, los hombres, el bien, la salvación de sus esclavitudes y lo mejor de lo mejor, es trabajar al lado de un Dios que a veces no vemos pero nos lleva en metáfora religiosa, hacia una Tierra que fluye leche y miel, aceite y mosto, Shalom y comunión. Eso esperamos, esa es nuestra poderosa, peligrosa y caprichosa visión.

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