martes, 20 de mayo de 2014

La necesidad es el motor de la historia


Si ud. necesita realmente algo trata de adquirirlo, para lo cual deberá pagar un precio. Pienso en qué necesidad tiene un pueblo de realizar un cambio de gobernantes, de partido en el poder, de nuevas figuras que le den nuevas esperanzas y evidencias de recibir lo que se necesita.
La espectativa de lo que se oferta, más la sensación de ponerlo en las manos del cliente y el manejo de las futuras decepciones, tales, en calidad de nuevos nichos para otras ofertas, constituye un juego de variables dialécticas en que estamos sumidos en esta sociedad posmoderna, con productos igualmente posmodernos y necesidades que van desde lo primitivo en ciertas zonas marginales hasta los absurdos de las élites de las metrólis del supermundo de los dueños de la prosperidad.
Dos ejemplos que tengo frente a mi en este momento, uno en un artículo pendiente de lectura y otro en la televisión que está pasando un Maratón de una empresa religiosa evangélica ansiosa de obtener muchos recursos económicos, moviendo a las gentes a ofendar y prometiéndoles asimismo soluciones inmediatas a problemas tan complejos como la adicción de sus hijos, basados en una propia hermenéutica inmediatista de relatos en donde Jesús libera a un muchacho endemoniado.
La dialéctica compuesta por la necesidad, mercado, en este caso del programa televisivo religiioso que tengo en mis narices, y la operación chamánica que no es nueva, solo que ha tomado una modalidad, ofertar por la vía de un neoevanbelicalismo mágico, o de una nueva era sincretista lo que sólo se obtendría en el mejor de los casos, como alivio terapéutico , o como una solución realmente milagrosa de Dios, en la que creemos y no descartamos o por la vía de la ciencia, tanto la real, como lo es la medicina y la psiquiatría moderna o como por la ciencia ficción del engaño de los gurúes de la nueva ola o de caer en las ofertas tan poco creíbles para volver al círculo de la relación consumidores, consumadores y consumidos. Los primeros, todos nosotros, los segundos aquellos que amasan grandes fortunas comprometidas con la ansiedade de la sobrevivencia de las compañías modernas, que un día están y mañanan pueden ser abatidas por la competencia y los terceros, la cantidad de desechos que van quedando y que caminan como objeto también de consumo hacia los cementerios que hoy en día también se presentan como paraísos de campo santos, incineraciones místicas y cofres de cenizas mistericas. Es decir en la utopía de una sociedad que camina hacia una burbuja ilusoria e ilusionada donde las ideologías perdieron su fuerza o se transmutaron hacia una nueva religiosad con sus contradicciones internas en cada polo y con la polarización expresada por ejemplo en la dicotomía religión de la diversidad y fundamentalismos en el otro exremo.
Es decir las necesidades ya no son vistas en la Pirámide de Maslow, donde se establece una jerarquía, sino como un síndrome cuasi diabólico donde todo el mundo se declara necesitado de todo, hasta del último modelo de celular, la última fórmula del superorgasmo hindú o la efectividad de una determinada rama chamánica sea primitiva o con maquillaje evangélico. Un Max Weber agotaría su propuesta de racionalidad para el entendimiento de los rumbos de esta economía loca, chamánica y consumista que se expresa en diferentes discursos de lateralidades diversas. Sirva de ejemplo el discurso de traiga una ofrenda y verá a su hijo liberado de demonios hasta el de iza la bandera de la diversidad y serás salvo tu y tu casa.
La pirámide de Maslow y el enfoque de Weber quedan reducidos a aportes referenciales para poder entender este pandemonion posmoderno.
A dónde se irá a parar en este alocado proceso sin claras referencias como sí las hubo en el siglo XIX y eran esbozadas con mayor precisión en el XX. O mejor dicho, en dónde estamos. Frente a un televisor que me oferta la diversidad del discurso diverso en una sociedad que se abre paso desde frentes fortalecidos como lo es la nueva neurociencia y que se debilita frente a a la ausencia de una religión que resista el peso de la historia y que ensaya como ideología desgarrada , intentos de casar por así decirlo, a un Marx gay con un Jesús luciendo los símbolos de la prosperidad, por supuesto no al Jesús histórico sino al de la nueva cristología de la plasticina epocal, con matices de cantante de música urbana, en la nueva liturgia de la falta de profundidad en la metafora de una sociedad antiintelectual que ostentga el poder. El cual está en manos de tecnógratas y no de filósofos, teólogos ni científicos.
Así que veo este programa de cristianismo descaradamente mercantil sabiendo que es parte integrante de un concierto de productos para un sinnuero de necesidades que vez más inducidas y cada vez más dificiles de satisfacer. Simplifico diciendo que se trata de una sociedad que promueve un modelo físico de belleza esbelto y al mismo tiempo te exige ingerir toda la chatarra posible para ponerte obese. Es decir una sociedad que te mete en el problema y te oferta una religión o una alternativa de ideología de la diversidad para resolvertelo. Magia pura magia y aún la magia dirían los marxólogos de mi época, son economía pura economía. La racionalización en Weber y el mecanicismo económico en Marx no estarían lejos de ser instrumentos mezclaves, como herramientas hermenéuticas para decifrar en sus raices esta endiablada sociedad que hemos creado.
Lo aleatorio de un Cisne Negro nos está sorprendiendo y podría emerger de lo mejor de la ciencia, de la historia y de un regreso al entendimiento de un Jesús histórico y no el de las cristologías de los nuevo McDonald del siglo XXI. Pero ese es tema para otro momento.
Resumiendo lo resumido: Las necesidades humanas siguen siendo el caballo de batalla no solo en la sobrevivencia sino en la guerra del hombre contra el hombre, caballo como el de Troya, ideológico, aglutinante, decorativo, erótico, psicoevangélico, alternativo, diverso sí porque esconde una religión violenta en sus entrañas, que es la guerra de los opresores contra los oprimidos, donde ya no es el imperialista contra el obrero, sino la tecnodependencia bulimica contra el alma anorexica en el corazón de una socidad de transición pero sin aparente futuro. El futuro ya ni siquiera es Orange sino las alianzas estratégicas de las transnacionales con otras , para saber quién consume más al consumidor, candidato a ser consumido, porque no importa cuántos mueren sino en cuántos más consumidores sean creados. Cómo compaginar esto con un desprecio hacia la vida, un culto a abortar no solo niños sino a la historia misma y una afiliación insensata hacia una planificación familiar sólo basada en la filosofía de ser menos para consumir más. Esta profunda contradicción nos hace ver que somos una sociedad que camina irremediablemente hacia la muerte, claro está, de forma diversa.
Lo otro que tengo entre mis manos es un artículo que se llama quién es caperucita roja, no será dice el autor, el mismo lobo en su metáfora inocente. Con esta inquietud dejo a los intelectuales que les gusta pensar como Eliud Encarnación Segura.
-Rodrigo DB

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