viernes, 22 de marzo de 2013

Metas propias y metas ajenas



Cada persona debe tener sus propias metas. Juan, es profesor en una universidad, tiene la meta de comprar una casa, esa es su meta personal. La universidad donde trabaja es un negocio educativo que tiene sus metas para lo cual necesita los servicios profesionales de Juan.

Cuando Juan piensa sólo en sus metas personales y abandona el interés por las metas de la institución para la cual trabaja, podemos afirmar que Juan se desenfocó.

Cuando Juan se olvida de su meta personal y no administra su dinero, podemos decir tambien que estamos frente a un JUan desenfocado.

Mantener el interés por las metas ajenas, cuando estas influyen en nuestras metas particulares, es sabio y digno de imitar. Los que se roban el tiempo y los recursos del estado o de la empresa donde trabajan, no tienen un sentido completo de lo que es una justa corelación entre las metas propias y las ajenas.

Cuando perteneces a una institución con la cual colaboras en sus metas pero no te aporta nada a las tuyas, estamos en una relación de injusticia y falta de reciprocidad.Lo mismo con el individuos que se aprovecha de la institución y la saquea en favor de sus egoistas metas personalistas.

Un equilibrio será sumamente sano, entre metas propias y metas ajenas, para no ser un parásito ni una víctima en el juego de intereses de metas que en la transmodernidad tiende a ser dinámico y con vocación a la reciprocidad. Eso es lo que aspiramos para el futuro de la humanidad, comunión de metas, personales, familiares, sociales, de redes, sistemas, globalidades y hasta cósmicas.

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