La riqueza y la pobreza voluntaria traen libertad práctica.
Un
pueblo o una persona desgraciadamente pobre se ve expuesta a toda clase
de tragedias, abusos, injurias y frustraciones innimaginables.
Un pueblo o persona rico, sin valores por lo cuales actualizar su existencia más que el hedonismo y la locura, como los hijos
de papi y mami que corren en sus automóviles a toda velocidad buscando
en la adrenalina o en la droga un estímulo, o los magnates y haraganes
de las viejas monarquías que se pasan el día peinando un perro cansado
de mimos y de proteínas, deseando éste, si lo dejaran pensar, me
refiero al perro, morirse para ir a un cielo más interesante que tener
todo resuelto con su amo... Un pueblo así, queremos decir, o una
persona de tal situación, no es menos desgraciado que el pobre Lázaro
tirado, llagado y con perros más inteligentes que los de la monarquía,
que le sirven a este infeliz por lo menos para aliviar el dolor, a este
pobre sin futuro, que nos presenta una parábola del evangelio, llamada
así por la tradición , Lázaro y el Rico Epulón.
Así que
entendemos que la pobreza es maldición y la riqueza podría ser todavía
mayor desgracia porque teniendo todo, no se obtiene nada de lo que llene
la mente de alegría profunda. El rico de la historia, terminó en la
parte fea del más allá.
La riqueza voluntaria es otra cosa
diferente lo mismo que la pobreza abrazada por voluntad y libre opción.
Cuando alguien, teniendo la posibilidad de ser rico, solvente, o
posibilitario, opta por ser un pobre y vivir entre los pobres por una
vocación filosófica o religiosa, abraza un gran sentido de libertad.
Igualmente, cuando un pueblo o un individuo avanzan abrazando
positivamente la prosperidad, renunciando a la fatalidad de la
pobreza, a la infamia de la miseria, se lanzan a objetivos y metas de
hacer más posible una vida satisfactoria y no ingrata, hacia tener
mejor salud, educación, calidad de diversión inteligente, posibilidades
de ingresar al conocimiento de nuevos idiomas, ciencias y artes. A la
posibilidad en fin, de una espiritualidad viva, creativa y no evasiva o
adictiva.
Hacer riqueza es bueno, decían los judíos de la
Tenaj porque rica es la tierra y su plenitud y es una bendición de
Jehová. La pobreza en sí es una sola, la del pobre miserable y la del
rico fatalmente rico, heredero de una genética social por llamarla de
esa forma, que no puede cambiar y que lo agobiará el resto de su vida.
La solución para un rico nacido en la desgracia del confort sin
valores, es hacerse pobre quizá como Francisco de Asís, o levantar sus
ojos hacia nuevos derroteros de sentido humano y entender que la vida
pertenece a todos y llevar sus bueyes a trabajar para el bien común y la
redención de su capital heredado.
La solución para un pobre
desarrapado nacido en la desgracia del subdesarrollo ,sin valores
materializables , aún para el grupo que los socialistas llamaban el
"lumperío" es la de hacerse rico en coraje, levantar sus ojos hacia
nuevos horizontes de sentido humano, superarse y entender que la vida y
los derechos son para todos. Empoderarse, lo llaman los nuevos magos del
lenguaje.
Comer hasta reventar nunca ha sido un buen camino
para el rico de cuna, sus historias familiares están llenas de lágrimas,
suicidos y sinsentido de la vida.
Tirar piedras y la violencia
no constituye el camino para la liberación de la pobreza, la miseria o
la ignorancia, la historia está llena de tragedias, muertes innecesarias
y atrasos, represiones derechistas y manipulaciones de improvisadores
de la revolución de la nada.
El camino está en la educación,
esa es la gran revolución cultural para un pueblo, que como resultado
quiera, menor pobreza para los pobres, menor riqueza en manos de unos
pocos ricos infelices.
La solución está en la aplicación de esa
educación a la producción de gente cada vez más educada, a la
utilización de los nuevos caminos de las redes invisibles para hacer
posibible el empoderamiento visible en las luchas humanas efectivas.
El camino de la felicidad completa al final de cuentas estará por
encima de la pobreza y de la riqueza, pero no se llegará hacia él, sin
la fe, la esperanza, el amor, y la humildad, el realismo de los cambios
en la economía, la superación del sufrimento de pobres y ricos visto
como humanos y no como lucha de clases y el abrazo de todos, incluyendo
a la creación entera, en una celebración, como diría un "tico",
pronunciando su letanía cotidiana, de ser "pura vida".
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