sábado, 26 de enero de 2013

PARTO NEURONAL DE LA HISTORIA

El paradigma cambió, lo inmunológico fue eemplazado por lo neuronal.

La guerra fría trazó un paradigma, el ataque y la defensa. Los antibióticos y los enemigos externos, los virus y bacterias.

Este esquema se hace religioso y político. Misioneros espías. Guerrilleros teólogos. El enemigo debe ser destruido. Los teólogos de la liberación se vieron como amenaza. Hans Kung como el gran sida para Roma.

Pero eso pasó como los gobiernos represivos militares combatientes de las ideas revolucionarias.

Estamos entrando a otro extremo en que lo amenazante, extraño, el gay y el comunista, el evangélico y el indígena entran en la concepción de Roberto Esposito con la teoría de la Immnunitas, en que el fantasma extraño que recorre Europa como lo llamaba Marx, viene a ser un producto de consumo bajo la etiqueta de la extrañeza, de lo exótico. Algo así como una bebida de resort se le llama un Samy  Sossa o un CocoEvo, o un Che a la plancha como comida diferente en el menú de la noche.

Las enfermedades neuronales, al igual que las metodologías como la neuroeducación, son de orden neuronal, como el TLP y como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH),  o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) son parte de este nuevo paradima posmodernísimo.

El mundo cambió porque el cerebro está cambiando y sus patologías, más los esquemas para comprenderlas también lo están. El infierno de la Edad Media ha dado paso al del sufrimiento evitable o el de las consecuencias trascendentales de la falta de coherencia interna.

La cristología se hace cada vez más neuronal y menos crítica. A Cristo se siente, no se le ataca con estudios de alta o mediana crítica.

Para entender lo que está pasando, también las nuevas sospechas hermenéuticas no pueden ser leídas sino transversalmente y no por separado. Y vemos entonces que narcotráfico, delincuencia, defensa de los derechos, nuevas búsquedas de experiencia místico religiosas, conflictos étnicos, feminismo, ecología y apostolicidad taumatúrgica, no están separados sino que se conjugan en una especie de promiscuidad generalizada, teniendo en un polo la globalización y en el otro las grandes contradicciones como la inmensa abundancia y la espectacular hambre nunca vista, emocional y física.

El esquema viejo sigue estando presente, viejos problemas visto de la forma anterior, pero sólo como la evidencia de algo nuevo a surgido. El virus del sida sigue presente pero el virus virtual es parte del sistema interno.

Como todo se ha sintetizado las amenazas no son externas sino internas, neuronales, redes intestinas. Estamos asistiendo al imperio de la superpositividad, en que el exceso de virus, de informaciones, de posibilidades profético sociales, de riqueza acumulada, lavada y sintetizada, produce una toxicidad interna, neuronal.

La neurología social reemplanzando a la inmunología social. Y así en todos los ámbitos, ya la religión no es lucha contra el pecado sino organización interior de las fuerzas inconexas.

Una nueva forma de hacer teología, de abordar la medicina y de expresión del arte.

Todavía hay problemas de cólera y gripe, pero los enfoques hacia el nuevo cerebro y nueva sociedad ya están apareciendo en el espacio de representación de las nuevas tecnologías y de las nuevas formas neuroeducativas de enfocar todos los asuntos.

Estamos asistiendo a un parto neuronal de la historia.

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