Los reyes magos, no eran reyes y magos sólo en un sentido bien interesante.Se trataba de científicos, filósofos y religiosos no judíos.
Los guió una estrella puesta por Dios para desembocar en Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores.
Esta narrativa nos lleva siempre a reflexionar.
Las religiones, las ciencias y el pensamiento en general son guiados por el Espíritu misionero de Dios hacia JESÚS. Si lo descubren y lo honran , a Jesús, serán como esos dichosos magos que obtuvieron la paz de tener un rumbo y sentido al seguir la estrella y la palabra con un éxito satisfactorio. Todo de esa manera, ahora, tiene sentido en sus vidas bajo el prisma de la luz de Belén.
Sino, sólamente queda la alternativa de la incertidumbre.
No hay oposición entre espíritu religioso, ciencia y filosofía, si terminan reconociendo el Señorío de Jesús.
Muchas misiones aún llamándose cristianas, son conflictivas, agresivas, irrespetuosas, opresoras, como lo fueron los conquistadores y colonizadores europeos en la américa indígena, muy contrariamente a lo que hace el Espíritu Santo representado en esa "estrella guía", siendo amable luz convincente al presentar a estos religiosos, científicos y filósofos paganos el testimonio vivo de un Jesús que los ama desde el humilde pesebre o cueva, de la humanidad, ofreciéndoles la salvación y un nuevo paradigma, el Reino.
El evangelio nos presenta a los paganos magos, siendo más fervorosos y buscadores incansables, desde el pensamiento, la religión y la ciencia que los mismos judíos, el pueblo elegido por Dios.
Quizá hoy en día, los no cristianos buscadores de respuestas auténticas sean más consecuentes que muchos llamados
cristianos que como los judíos, no van al encuentro diario de un Jesús que nace cada día en la obra creadora y regeneradora del Padre.
El camino correcto es el que nos enseña la amable luz de la estrella que conduce hasta el portal de Belén.
lunes, 31 de diciembre de 2012
viernes, 28 de diciembre de 2012
Neurobiblioteología
Estudia la relación entre el comportamiento de las neuronas cerebrales, las experiencias espirituales y las posibilidades bíblicas de planteamientos de una bio-telogía con coherencia bíblica cristiana.
Estos acercamientos son interesantes.
Bajo una perspectiva filosófica ya Aldous Huxley utilizó el término como primicia en su u novela utópica La Isla.
El pedagogo Laurence O. McKinney publicó un libro sobre el tema, Neurotheology: Virtual Religion in the 21st Century.
Eugen Drewermann, uno de los teólogos polémicos actuales de Europa, ha desarrollado con base en la neurociencia, una teología que puede considerarse neuroteológica.
El científico bíblico Miguel Fernández, anticipó que desarrollará temas sobre neurociencia y teología bíblica para ser conocidos en el ámbito cultural muy pronto, adelantando temas tan importantes como Etica y neurociencias en una secuencia de charlas pendientes de ser expuestas en diversos lugares.
El enorme interés mundial y local sobre esa temática, nos hace pensar que nos acercamos a una consideración más posmoderna de la teología y la práctica ministerial.
El conocimiento de las neurociencias que buscan en la teología un marco de expresión y en la Biblia una correlación con la esencia de las narrativas humanas y espirituales, nos hace pensar en la posibilidad de una generación que está comenzando a emerger que no se conformaran con los estudios exegéticos críticos, espirituales, racionalistas o fundamentalistas que hasta ahora hemos mostrado sino que desean consolidar sus discursos teológicos con evidencias entroncadas en las nuevas ciencias y en la cibernética comunicacional de los sistemas y redes, satélites y las dimensiones que superen el concepto compteano de la ciencia positivista, por lo holístico, metateológico, lo genoménico, neuronal, psicofilosófico y las manifestaciones del cambio por medio de ideas fuerza que podrían desembocar en reediciones de nuevas primaveras árabes. Estamos frente a un nuevo mundo y una nueva teología, que como en la escolástica medieval se sirvió de la filosofía de la época, hoy se basa en las posibilidades de la tecnología al servicio de las utopias realizadas, como las de un nuevo nacimiento en el Espíritu que conlleve un impacto neuronal evolutivo hacia una sociedad más espiritual y abierta a una nueva visitación poderosa, como por ejemplo la Segunda Venida de Cristo.
jueves, 27 de diciembre de 2012
No dejarse controlar por eso, pero sí disfrutarlo
.
No nos
referimos a cosas malas, pecaminosas, estas quedarán fuera de consideración.
Una persona
puede ser muy grata para nuestra vida, hay que celebrarla, compartir con ella,
ayudarla y todo lo que se pueda hacer con ella, pero no puede controlar mi
vida.
El sexo es
para disfrutarlo dentro del orden ético, moral, pero no debe controlar mi vida.
Tantas
cosas, dinero, compras, el jugo de la vid, los deportes, las amistades, el
matrimonio, los hijos y un millar más de ellas, serán adicciones, drogas que
controlan nuestra vida, si dejamos que ellas nos gobiernen. Hay que
disfrutarlas, pero no deben controlar mi vida.
Todo me es
lícito, más no todo me conviene, es la recomendación paulina. Sabiduría de lo
alto.
Por qué nos
controlan. Por qué nos dominan. Sencillamente, porque así lo necesitamos, pero
no necesariamente nos conviene. La adicción a algo no conviene nunca, aunque
todos tenemos tendencia a alguna adicción aunque sea a la religión.
El camino
verdadero es el de la libertad. No depender de algo o de alguien, sino tener el
autodominio o autocontrol de nuestra vida. Eso es lo ideal. Pero lo real es que
vivimos sometidos a la presión de ceder a que algo nos controle, la comida, la
novedad, el trabajo o la espiritualidad. Hay un misticismo adictivo, fanático y
destructivo con apariencia de santidad.
Solo el
Espíritu Santo debe controlarnos por encima de nuestro propio control. Lo
demás, si en ello hay virtud alguna, hay que disfrutarlo y no dejar que nos
controle, así sea el amor por alguien.
lunes, 24 de diciembre de 2012
DESPERTAR NO ES TAN COMPLICADO
La mayoría
de las religiones hablan de un despertar, sea de la conciencia, del estado de oscuridad, pecado, ignorancia o inconsciencia.
Si leemos
los evangelios con paciencia encontraremos a un mensaje centrado en el
despertar de una dimensión muy específica, el
Reino de Dios.
Despertar
hacia el reino de Dios implica nacer de nuevo, o sea un cambio interno, pero en
la manera de ver la vida, no encerrado en el egoísmo sino en el Reino de
parábolas especialmente.El Buen Samaritano tiene el reino y no es un judío,
sino un samaritano con misericordia. El Reino lo tiene una vecina barrendera
que encuentra un dólar que se le había perdido.Los discípulos tienen el Reino
porque encontraron a Jesús y nunca habían estudiado cristología.
No hay
nadie, ni lugar alguno en esta tierra, sin problemas internos o externos.
Entonces el
reino no es ausencia de problemas, en absoluto. Personas conflictivas como Pedro
tienen el Reino. Está despierto, no tan iluminado como lo buscan algunas religiones, sino simplemente alegre de no estar como antes. Con algo nuevo. Eso es
el reino, algo nuevo. Buena Nueva.
Despertar y
entrar en el Reino es una forma nueva de
ingresar al mundo real problemático. Meterse a fondo en el sufrir humano, con
una oración sin traumas teológicos. Eso es parte del Reino.
La iglesia como comunidad de fe es una familia de gente alegre, que introduce el gozo y el sentido del amor en un mundo personal, familiar y social con montones de problemas, pero que van cediendo frente a una fe poderosa que tiene su corazón en el Reino, en Jesús, en el Espíritu, en la alabanza y la acción coherente con la justicia y la ética cristiana.
sábado, 22 de diciembre de 2012
Cuando quiero controlar me descontrolo
Cuando quiero controlar lo que no puedo, entonces pierdo el control en lo que sí puedo.
Esta situación produce distress.
El distress es el estrés negativo, y se da cuando trato de mantener una situación tratando de controlarla sin que pueda hacerlo, trayendo como consecuencia que pierdo el control de mi mismo.
Hay cosas que uno no puedo cambiar y cuando trato de hacerlo genero un distress en mi, por dos razones, por el esfuerzo que hago tratando de cambiar lo imposible y por perder el control en lo que sí puede ejercerlo.
Ante una situación que no depende de mí, sí puedo ejercer control de mi cuerpo, respiración, pensamientos y actitudes y esto generará un estado más positivo en mi, una energía disponible.Por ejemplo si no me aumentaron el salario, si mi cónyuge no cambia un mal hábito, yo sí puedo cantar, orar, tener una actitud positiva y disponerme a realizar cambios en mí. Pero, si trato de cambiar esa situación por el momento imposible, entonces pierdo en dos sentidos, sintiéndome mal por no poder cambiar lo de afuera y por otro lado experimentando confusión interior por haber perdido el control propio.
Un maestro que se esfuerza por implantar la disciplina dando gritos y regaños, posiblemente no logre ese control y pierda también el control de sí mismo.
En fin, si uno trata de controlar lo incontrolable, pierde el control de lo que sí puede controlar. Controlarse a sí mismo evita el distress y le permite manejar el estrés necesario para adaptarse, es decir, aflojándose, relajándose, a pesar de que las cosas no marchen como uno quisiera.
Cuando deposito mis problemas sin solución en las manos de Dios, experimento un alivio de mi distress y me siento más liviano para seguir practicando la fe, la oración, la paciencia y el autocontrol en medio de las dificultades evolutivas de la vida.
Paz, no distress.
Esta situación produce distress.
El distress es el estrés negativo, y se da cuando trato de mantener una situación tratando de controlarla sin que pueda hacerlo, trayendo como consecuencia que pierdo el control de mi mismo.
Hay cosas que uno no puedo cambiar y cuando trato de hacerlo genero un distress en mi, por dos razones, por el esfuerzo que hago tratando de cambiar lo imposible y por perder el control en lo que sí puede ejercerlo.
Ante una situación que no depende de mí, sí puedo ejercer control de mi cuerpo, respiración, pensamientos y actitudes y esto generará un estado más positivo en mi, una energía disponible.Por ejemplo si no me aumentaron el salario, si mi cónyuge no cambia un mal hábito, yo sí puedo cantar, orar, tener una actitud positiva y disponerme a realizar cambios en mí. Pero, si trato de cambiar esa situación por el momento imposible, entonces pierdo en dos sentidos, sintiéndome mal por no poder cambiar lo de afuera y por otro lado experimentando confusión interior por haber perdido el control propio.
Un maestro que se esfuerza por implantar la disciplina dando gritos y regaños, posiblemente no logre ese control y pierda también el control de sí mismo.
En fin, si uno trata de controlar lo incontrolable, pierde el control de lo que sí puede controlar. Controlarse a sí mismo evita el distress y le permite manejar el estrés necesario para adaptarse, es decir, aflojándose, relajándose, a pesar de que las cosas no marchen como uno quisiera.
Cuando deposito mis problemas sin solución en las manos de Dios, experimento un alivio de mi distress y me siento más liviano para seguir practicando la fe, la oración, la paciencia y el autocontrol en medio de las dificultades evolutivas de la vida.
Paz, no distress.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Saber decir que sí y saber decir que no
Las personas que no saben decir que no, generalmente tienen problemas con la necesidad de ser aprobadas y a todo le dicen que sí, por no ofender, por temor o simplemente porque tienen inhibida esa capacidad debido a la educación represora que recibieron en que a todo había que decirle que sí.
Que tu decir sea sí, o no, enseña el maestro de Galilea, con eso es suficiente sin tener que llegar a jurar o perjurar.
Las personas que a todo le dicen que no, son la otra cara de la moneda, tienen problemas con asumir riesgos, desafíos y responsabilidades.
En ambas situaciones hay un problema con la estima propia que hay que resolver.
Aprender es la clave. Re-educación en muchos casos, de lo contrario, muchas serán las situaciones conflictivas que se producirán sino se sabe decir a tiempo un no puedo, o no lo deseo, o simplemente no.
Aprende a decirle no, a lo que te traerá consecuencias dolorosas.
Dile sí a lo que te traerá paz, desarrollo, felicidad, evolución no involución, dile sí a la vida y no a la muerte, si a Dios y no al pecado.
Que tu decir sea sí, o no, enseña el maestro de Galilea, con eso es suficiente sin tener que llegar a jurar o perjurar.
Las personas que a todo le dicen que no, son la otra cara de la moneda, tienen problemas con asumir riesgos, desafíos y responsabilidades.
En ambas situaciones hay un problema con la estima propia que hay que resolver.
Aprender es la clave. Re-educación en muchos casos, de lo contrario, muchas serán las situaciones conflictivas que se producirán sino se sabe decir a tiempo un no puedo, o no lo deseo, o simplemente no.
Aprende a decirle no, a lo que te traerá consecuencias dolorosas.
Dile sí a lo que te traerá paz, desarrollo, felicidad, evolución no involución, dile sí a la vida y no a la muerte, si a Dios y no al pecado.
viernes, 14 de diciembre de 2012
Una sola persona y no dos
En Cristo no hay dos personas, sino una sola, la persona de Jesu-Cristo. Si hubieran dos entonces tendríamos a un ser con doble personalidad, una especie de trastorno crónico de personalidad, un ser dividido y confuso.
En Cristo hay dos naturalezas unidas para siempre, la humana y la divina, en una sola persona.
Y esto de ser una sola persona y no dos ni tres, es algo humanamente importante, no solo un asunto filosófico o teológico, sino existencial si se le aplica al hombre, al ser humano en general.
Ser una sola persona es una realidad, nadie en esta tierra es doble o triple, excepto como ya dijimos
por la vía del trastorno, en que el individuo funciona como si fueran dos, tres y hasta cuatro.
Pero, mirando hacia Cristo, el cual tuvo una sola persona y una sola personalidad humana-divina bien compactada, madura y perfecta, con sus límites establecidos para su momento, nos damos cuenta de la necesidad de imitarlo y hasta de educar nuestros hijos en esa dirección, sin confusión de roles, ni de afectos, ni de doctrina, sin mezclas contradictorias de valores, con límites puestos y auto-impuestos, sin dobles lealtades, ni caprichos, ni actuando para ser aceptados, ni creyéndose superiores o inferiores a los demás, buscando la adaptación realista y el ejercicio sano de la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar y de ser productivos en las cosas que emprendan. Y además, el derecho a soñar, a la utopía, a la creatividad y a recrear el futuro de la esperanza del Reino.
Así fue Jesús. Una sola persona, aunque incluyera en su ser íntimo la condición humana, al hijo del hombre y la divina, al hijo de Dios.
Humanos e hijos de Dios, son dos elementos que debemos apreciar en nuestra espiritualidad de cristianos nacidos de nuevo y aceptar que somos una sola persona, aunque lamentablemente con distorsiones adámicas que nos tienta a querer ser dioses y no lo que somos, seres humanos imperfectos, hijos de Dios por medio de Cristo el puente posible para esa dimensión íntegra, ser uno sólo y no dos.
En Cristo hay dos naturalezas unidas para siempre, la humana y la divina, en una sola persona.
Y esto de ser una sola persona y no dos ni tres, es algo humanamente importante, no solo un asunto filosófico o teológico, sino existencial si se le aplica al hombre, al ser humano en general.
Ser una sola persona es una realidad, nadie en esta tierra es doble o triple, excepto como ya dijimos
por la vía del trastorno, en que el individuo funciona como si fueran dos, tres y hasta cuatro.
Pero, mirando hacia Cristo, el cual tuvo una sola persona y una sola personalidad humana-divina bien compactada, madura y perfecta, con sus límites establecidos para su momento, nos damos cuenta de la necesidad de imitarlo y hasta de educar nuestros hijos en esa dirección, sin confusión de roles, ni de afectos, ni de doctrina, sin mezclas contradictorias de valores, con límites puestos y auto-impuestos, sin dobles lealtades, ni caprichos, ni actuando para ser aceptados, ni creyéndose superiores o inferiores a los demás, buscando la adaptación realista y el ejercicio sano de la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar y de ser productivos en las cosas que emprendan. Y además, el derecho a soñar, a la utopía, a la creatividad y a recrear el futuro de la esperanza del Reino.
Así fue Jesús. Una sola persona, aunque incluyera en su ser íntimo la condición humana, al hijo del hombre y la divina, al hijo de Dios.
Humanos e hijos de Dios, son dos elementos que debemos apreciar en nuestra espiritualidad de cristianos nacidos de nuevo y aceptar que somos una sola persona, aunque lamentablemente con distorsiones adámicas que nos tienta a querer ser dioses y no lo que somos, seres humanos imperfectos, hijos de Dios por medio de Cristo el puente posible para esa dimensión íntegra, ser uno sólo y no dos.
sábado, 8 de diciembre de 2012
EL VERBO SE HIZO HOMBRE Y NO EL HOMBRE SE HIZO VERBO
El verbo se hizo hombre o el hombre se hizo verbo.
Estas son las dos vías de la cristología. Una, reflexiona desde arriba hacia abajo,
sigue la ruta bíblica jóanica de que el verbo eterno se encarna, Dios se hace hombre.
La otra, puntualiza en el hombre Jesús que termina siendo divinizado por la vía del mérito
o de la creación teológica de la iglesia pospascual.
Evidentemente el segundo camino es más aceptado por los círculos críticos y de la intelectualidad
racionalista. Pero, no representa la esencia del asunto teológico tal y como lo plantea directamente la Escritura. Que Dios se hace hombre, no que el hombre se haga dios.
Si Dios se hace hombre, en la persona de Jesús, la celebración central del nacimiento de Cristo
es sin duda el gran amor de Dios para la humanidad, su creación.
Dios se hace hombre, y esto no sólo da un criterio ontológico a la cristología sino funcional.
La función del acto de Dios en Cristo es la salvación del hombre. Esa es la grandeza de su amor, salvar, liberar, redimir al Ser humano.
La autoredención siempre ha fracasado. Las dos guerras mundiales nos pueden decir si realmente el hombre puede o no redimir y crear un cielo para la humanidad.
Lo que no fracasará es la intervención de Dios y a través de Cristo, cuando este regrese para instaurar su reino y dar cumplimiento a lo que linealmente fue comenzado en la creación y que terminará en cielos nuevos y tierra nueva.
Deje que Dios tome la iniciativa, él sabe lo que hará contigo y conmigo, con la vida y su historia.
Estas son las dos vías de la cristología. Una, reflexiona desde arriba hacia abajo,
sigue la ruta bíblica jóanica de que el verbo eterno se encarna, Dios se hace hombre.
La otra, puntualiza en el hombre Jesús que termina siendo divinizado por la vía del mérito
o de la creación teológica de la iglesia pospascual.
Evidentemente el segundo camino es más aceptado por los círculos críticos y de la intelectualidad
racionalista. Pero, no representa la esencia del asunto teológico tal y como lo plantea directamente la Escritura. Que Dios se hace hombre, no que el hombre se haga dios.
Si Dios se hace hombre, en la persona de Jesús, la celebración central del nacimiento de Cristo
es sin duda el gran amor de Dios para la humanidad, su creación.
Dios se hace hombre, y esto no sólo da un criterio ontológico a la cristología sino funcional.
La función del acto de Dios en Cristo es la salvación del hombre. Esa es la grandeza de su amor, salvar, liberar, redimir al Ser humano.
La autoredención siempre ha fracasado. Las dos guerras mundiales nos pueden decir si realmente el hombre puede o no redimir y crear un cielo para la humanidad.
Lo que no fracasará es la intervención de Dios y a través de Cristo, cuando este regrese para instaurar su reino y dar cumplimiento a lo que linealmente fue comenzado en la creación y que terminará en cielos nuevos y tierra nueva.
Deje que Dios tome la iniciativa, él sabe lo que hará contigo y conmigo, con la vida y su historia.
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